FanFic Pángel, by Clau

Aquí os pongo los caps del fic que estoy escribiendo, y más o menos dentro de una semanica veréis los siguientes (para dejar que los nuevos que lleguen puedan seguir el ritmo como los demás)

CAPÍTULO 1: Encerrados

- ¡Date prisa, Patricia! ¡Que todos han salido menos nosotros!
- ¡Ya voy, Ángel!
Patricia Conde cogió la última foto de Dani Martín que había en su camerino. En esa foto él mostraba una amplia sonrisa, tan bonita y tan perfecta...Pero Patricia no volvería a picar. La rompió en mil pedazos, de tal forma que quedaron trozos minúsculos de la foto, y acto seguido los tiró a la papelera junto al resto de trozos de fotos. Mientras había hecho aquello, una pequeña lágrima corrió por la mejilla de Patricia.
Cuando secó las lágrimas, Patricia salió de su camerino. Allí estaba Ángel Martín, su compañero en el programa, esperándola para llevarla a su casa, como hacían todos los días. Para ocultar la tristeza que sentía, ella le sonrió, y él hizo lo mismo.
- ¿Sabes cuánto tiempo llevabas ahí metida?-preguntó Ángel con tono burlón.
- Lo siento mucho, Ángel-dijo ella.
- Tranquila, Patri, no pasa nada. Cada uno necesita su tiempo para vestirse.
Ambos se dirigieron a la entrada del plató de Sé lo que Hicisteis... . Ángel vio el rostro de Patricia, que, pese a la sonrisa que le había mostrado antes, notaba que ella estaba alicaída, triste.
- ¿Estás bien?-preguntó, y entonces pensó en el motivo que podía ser la causa del estado de Patricia-. ¿Es por Dani?
Patricia suspiró. Pensó en qué le podía contestar a su amigo. <<Ángel, no estoy bien. No lo acabo de superar>>
- Estoy bien, Ángel-mintió-. Dani Martín ya es agua pasada.
- ¿Estás segura?-él no acababa de creérselo.
- Segurísima.
Ángel la iba a decir que no le parecían ciertas sus palabras, pero optó por callar. No quería empeorar las cosas.
Cuando llegaron a la entrada del plató, descubrieron que las puertas estaban cerradas. Los dos se sobresaltaron.
- ¿Tanto he tardado como para que nos encierren?-preguntó Patricia.
- No puede ser. No nos han podido encerrar...-dijo Ángel. Patricia comenzó a reírse-. ¿Por qué te ríes?
- No sé, me parece gracioso esto, que nos hayan encerrado en el plató-contestó sin parar de reír.
- Sí que es verdad que es...gracioso-Ángel también rió.
Tras unos segundos de risas, Patricia sacó del bolso su móvil.
- Tendré que decir que voy a tardar más a Da...
De repente, dejó de seguir con la frase, y calló al suelo, sentada con las piernas dobladas y lágrimas que empezaban a brotar de sus ojos. Ángel se agachó, preocupado, y la preguntó:
- Patricia, ¿por qué lloras?
- ¡Es por Dani! Te he mentido, Ángel-Patricia no cesaba de llorar-. ¿Por qué me dejó? ¿Por qué me hizo esto?
- Oh, no llores por eso-con su dedo secó las lágrimas de ella mientras Patricia le observaba-. Es peor para él; ha echado a perder a una chica maravillosa como tú, y esas tonterías sólo lo hacen los hombres que no valen para nada. Y tú vales mucho más que él.
Aquellas palabras la animaron. Patricia dejó de llorar.
- Gracias, Ángel-dijo ella, y le abrazó estrechamente-. Eres un gran amigo, ¿lo sabías?
- Me lo dicen mucho-dijo Ángel, y soltó una pequeña risa. Patricia también lo hizo.
- ¿Sabes? Nos conocemos desde hace poco más de tres años, y sin embargo es como si fuésemos amigos de toda la vida.
- Tienes razón. Y si no fuese por el programa jamás te hubiera conocido. Deberíamos darle las gracias a Sé lo que Hicisteis...
- ¡Gracias, Sé lo que Hicisteis...!-exclamó Patricia.
Ambos soltaron una gran carcajada. Apesar de que estaban encerrados, en ese momento se lo estaban pasando genial. Unos grandes amigos, charlando entre risas y carcajadas...¿qué más se podía pedir?
- Bueno, voy a llamar a Miki.-dijo Ángel mientras sacaba su móvil y marcaba el número de Miki Nadal- Creo que él tiene las llaves del plató-al tercer tono Miki cogió el teléfono-. ¿Miki? ¡Hola, soy Ángel! Que es que Patricia y yo estamos encerrados en el plató. Vale que nos guste el programa, pero no tanto, ¿eh?-Patricia rió, y parecía que a Miki también, pues oyó una risa que provenía del teléfono.
Ella estaba totalmente animada. El consuelo que le había dado Ángel le ayudó mucho, y sabía que tenía razón. Si Dani Martín había roto con ella, ¡peor será para él!
Mientras Ángel hablaba con Miki por el móvil, Patricia no cesaba de pensar en lo buen amigo que era. Simpático, amable, siempre que lo necesitaba estaba a su lado para consolarla...Era el mejor amigo que se podía tener. Ángel podía ser el novio perfecto, o eso pensaba ella. <<Sería muchísimo mejor que el cerdo de Dani>>.
Entonces Patricia se fijó en Ángel. Le observaba de pies a cabeza, admirando la belleza que no había sido capaz de ver antes. <<Pues la verdad es que no me extraña que le llamen el Brad Pitt español>>, pensaba, <<Pero...¿qué estoy diciendo?>>.
¿Qué la pasaba? Había dicho que Ángel podría ser el novio perfecto, y luego había confesado que era guapo. ¿Pero en qué estaba pensando? Patricia estaba cada vez más confusa. <<¿Y si...?>>, pensaba ella. La idea que tenía en la mente la sorprendía. ¿O más bien sentía miedo por aquello?
<<¿Y si...me acabo de enamorar de Ángel?>>

CAPÍTULO 2: Miki

- Ya está-dijo Ángel-, Miki viene para acá, y llegará en diez minutos, o eso me ha dicho..
- Ah, vale-fue lo único que dijo Patricia, y volvió a meterse en sus pensamientos.
Ángel se sentó junto a ella y observó que estaba muy pensativa. ¿Qué sería lo que pasaba por su mente?
- Patricia...-dijo
Ella se giró y miró a los ojos de Ángel. Nunca se había fijado que tenía unos ojos preciosos...
- ¿Sí, Ángel?
- ¿Te pasa algo?
- No, nada...No me pasa nada.
- ¿Y por qué estás tan pensativa?
- Eeem...no sé. Pienso en...
Tenía que encontrar una respuesta para aquella pregunta. ¿Pero qué podría decir? ¿Cuál sería la mentira que le iba a decir?
- Pienso en...lo que podríamos hacer mañana en el programa-al fin dijo.
- Oh, bueno. Eso está bien-dijo Ángel-. Podrías aportar ideas. La última vez que lo hiciste nos salió La Loca y el videoclip parodiado de Alaska y Sara Montiel. A ver si se te ocurre algo igual de bueno-sonrió.
Patricia soltó una leve risa. De repente, un silencio sepulcral invadió el ambiente, y Patricia volvió a pensar...Pensar en si era de verdad posible que estuviese enamorada de Ángel tras tantos años juntos, o simplemente era una ilusión.
Pronto Miki llegó a la puerta del plató con las llaves. Ángel y Patricia se levantaron y se dirigieron a la puerta mientrás él la abría al otro lado. Cuando al fin la abrió, ellos salieron sonriendo, y Ángel le dijo a Miki:
- Hombre, gracias. No has tardado mucho, la verdad...
- Sí, es que estaba en un bar que hay aquí cerca tomando un café-dijo Miki-. ¿Habéis estado mucho rato encerrados?
- No, qué va. De todas formas, nos lo hemos pasado bien, ¿verdad, Patri?
Patricia estaba callada. Estaba tan enfrascada en sus pensamientos que no había oído a Ángel. Él repitió lo último que dijo y Patricia ya respondió:
- ¿Eh? ¡Ah, sí! Muy bien...
- Bueno...-dijo Ángel, sin quitar ojo a Patricia mientras se preguntaba por qué estaba pensando tanto-...Miki, ¿te importaría llevar a Patricia a su casa? Es que había quedado con Dani, y debe de estar esperándome desde hace bastante...
- No, no importa. No tengo nada que hacer, y puedes estar tranquilo de que Patricia va a llegar a casa entera.
- Gracias, Miki. Nos vemos mañana entonces. ¡Adiós, chicos!
- ¡Hasta mañana, Ángel!
- Sí, hasta mañana, Ángel...-se despidió Patricia
Los dos se metieron en el coche de Miki, ella como copiloto, y él al volante. Cuando se abrocharon los cinturones y estaban listos, Miki arrancó el coche y salió del aparcamiento del plató.
Estaban los dos muy callados, pues Patricia reflexionaba sin parar. Miki, preocupado, cortó el silencio diciendo:
- Bueno, Requete, ¿qué es lo que te pasa?
- Nada. ¿Qué me va a pasar?
- No sé. Te veo tan callada...lo que te pase me lo puedes contar, que soy tu amigo.
Miki tenía razón. Era su amigo desde hace muchísimo tiempo. ¿Por qué ella no le iba a confesar lo que le pasaba?
- Bueno, sí me pasa algo...-dijo entonces Patricia-...Mira, es que me gusta alguien...
- ¡Vaya, sí que has olvidado rápido a Dani!-exclamó Miki mientras reía-. ¿Y quién es el afortunado?
Patricia suspiró. Era tan difícil para ella...Pero al final habló:
- Creo que estoy enamorada de Ángel.
La sorpresa fue tan grande para Miki que frenó violentamente el coche. Tuvieron suerte de que la carretera estaba desierta, pues podían haber sufrido un grave accidente. Miki y Patricia respiraron hondo tras el gran susto, y Miki dijo:
- Estarás de broma, ¿no?
- No, Miki. Es totalmente cierto. Creo que...-dijo Patricia-...No, lo tengo más que claro. ¡Me he enamorado de Ángel!
- ¿Después de tres años juntos, y vas y te enamoras de él ahora?
- Sí...Lo sé, soy estúpida.
- No, no eres estúpida. De hecho, me parece bien si a ti te hace feliz. Yo sólo quiero que estés bien. Eres mi mejor amiga, Requete.
- Lo sé-Patricia estuvo unos segundos callada.
- Pero es que, Patricia, sabes que no podéis estar juntos ahora que está con Emmanuela. Vas a sufrir mucho...
- Ya lo sé. Pero no puedo hacer nada. Cuando Ángel y yo estábamos en el plató, me consoló por lo de Dani, y después me di cuenta de que...es el hombre de mis sueños. Prómeteme que no se lo dirás a nadie.
- Tranquila, Patricia. No diré nada, te lo aseguro.
Llegaron al portal donde vivía Patricia, y ésta se bajó del coche, mientras que Miki permaneció dentro. Ambos se despidieron, y cuando Patricia subía las escaleras que llevaban a su casa, Miki puso en marcha el coche para irse a su casa.
<<¡Menudo día!>>, pensó Miki

CAPÍTULO 3: Tarde de chicos

Cuando Ángel llegó a la casa de Dani Mateo, su mejor amigo desde hace años, él le estaba esperando fuera. Parecía tener cara de enfado, pero debía de comprenderlo. ¿Quién iba a imaginar que Patricia y él iban a quedar encerrados?
- ¡Hombre, si te has dignado a venir, tío!-exclamó Dani con un tono burlón-. ¿Qué te ha pasado, Ángel?
- Que nos habéis encerrado en el plató a mí y a Patricia, eso es lo que ha pasado-Dani se rió.
- Si es que habéis tardado tanto que pensábamos que os íbais a quedar ahí a vivir...
- Gracias, tío, muchas gracias-dijo entonces Ángel, sarcástico. Los dos entraron en la casa, y Ángel continuó-. Al menos nos lo hemos pasado bien.
Dani, en cuanto oyó eso, no pudo evitar pensar en lo que podría haber sucedido en el plató.
- ¿Qué pasa? ¿Que tú y Patricia...?-hizo un gesto que explicaba perfectamente lo que quería decir.
- ¡Dani, por Dios!-exclamó Ángel-. Estás muy sucio por dentro, tío.
- ¿Qué quieres que haga? Tú, un tío, con Patricia, una tía, encerrados los dos solitos en el plató, y si encima me dices que lo pasaste bien...
- No hace falta que lo expliques, hombre. Y me lo he pasado bien porque hemos estado charlando, hemos reído juntos...Nos hemos dado cuenta de que parece que nos conozcamos de toda la vida...
- Sí, se ve que sois muy buenos amigos.
Ángel se sentó en el sofá, mientras Dani iba a la cocina a por unas cervezas. En ese momento Ángel recibió una llamada en el móvil. Era Patricia. Por lo que había pasado en el plató, podía ser importante, así que descolgó el teléfono rápidamente.
- Hola, Patri. ¿Qué pasa?
- Hola, Ángel-dijo Patricia con un hilo de voz-. Sólo quería decirte que he llegado a casa sana y salva.
- Ah, vale. Me alegro de que hayas llegado. Se puede confiar en Miki entonces-se rió, y Patricia soltó una risa pequeña y poco sonora.- ¿Ya estás mejor? ¿Ya le has olvidado?
- Sí, tranquilo, estoy mejor...-contestó Patricia.
<<¡Y tanto que lo he olvidado, Ángel! Y tanto...>>, pensó en ese momento ella.
- Bueno, sólo era eso. Nos vemos mañana entonces.
- Que descanses, Patri. Buenas noches-dijo Ángel dulcemente, algo que hizo que Patricia sonriese en su casa.
- Buenas noches.
Ángel colgó el teléfono. Dani llegó al salón con dos latas de cerveza, y le tendió una a Ángel. Entonces preguntó:
- ¿Quién te ha llamado?
- Patricia, que me quería decir que había llegado a casa-contestó Ángel.
- ¿Le ha pasado algo en el plató?-preguntó Dani preocupado.
- Bueno, se ha puesto a llorar porque iba a llamar a Dani Martín para decirle que iba a llegar un poco tarde a casa...cuando él ya no está en su casa.
- La entiendo. Las separaciones son muy duras-Dani echó un trago a la cerveza-. Supongo que la habrás consolado.
- Sí, claro-Ángel también bebió-. Dani no se la merecía, si te digo la verdad. Ella vale más, y se merece un tío mejor...
- Tienes razón. Podrías ser tú, ¿no?-soltó una gran carcajada.
- Oye, Dani, tienes una obsesión enfermiza por liarnos a mí y a Patricia. ¡Que tengo novia, tío! Y además, es maravillosa...Emma-Ángel miró al techo y le vino a la mente la imagen de Emmanuela Sánchez, su novia.
- ¿Yo soy el obseso? ¿Y los fans qué? Ellos desean que Patri y tú estéis juntos, ¿o no te acuerdas del internauta que pidió que os diéseis un pico?
Ángel no se enteraba de lo que le estaba diciendo su amigo.
- ¡Sí, hombre! ¿Te acuerdas de la pregunta que hizo Alberto, lo de que pedía que la gente nos diese retos para cumplirlos? Uno de los retos era ese...
- ¡Ah, sí! Es verdad...-dijo Ángel, recordando eso y el momento en que ella y él habían leído eso en la redacción para escribir el guión-. Pero bueno, ellos son fans. Los fans son así...
- Los fans y yo entonces-dijo Dani-. Siempre he dicho que hacéis muy buena pareja. ¡Si es que sois una de las grandes parejas televisivas más queridas de España!
Ángel lo meditó. Podrían formar una pareja perfecta, pero él no podía dejar de pensar en Emma, su maravillosa Emma. Desde que tenía don de razón, él pensaba que nunca se había enamorado tanto de una mujer. Y ella también le quería muchísimo, pues siempre le pedía que posase para que le pudiese hacer fotos, pues ella es una gran fotógrafa.
No le podía entrar en la cabeza la idea de sustituir a su querida Emmanuela por Patricia Conde, por muy buena chica que fuese ella. Y Ángel lo sabía. Sabía que Patricia es una mujer increíble. Por ello pensaba que se merecía un hombre mejor.
Ángel y Dani estuvieron toda la tarde hablando, e incluso Ángel se quedó a cenar con él, pero no iba a ser eterno. A las once Ángel se despidió de su mejor amigo y se marchó a su casa, pensando en la conversación que habían tenido Dani y él. ¡Qué cosas tenía Dani! Él y Patricia juntos...<<¡Qué estupidez!>>, pensó Ángel, <<Jamás sucederá eso>>.
Llegó al portal de su casa, y mientras abría la puerta, dijo:
- Además, ¿cómo le voy a gustar a Patricia? Sería un gran cambio para ella...Quizá demasiado grande.

Y mientras tanto, Patricia estaba en su casa, sola, tumbada en su cama vacía y gélida, observando una foto que tenía de ella y Ángel juntos. Una lágrima corrió por su mejilla. Sabía que nunca Ángel se iba a enamorar de ella.
Con una almohada húmeda debajo de su cabeza y agarrada a la foto que había estado admirando, Patricia Conde se durmió.

CAPÍTULO 4: Armas de mujer

Al día siguiente, todo parecía normal, como siempre. Tras lo sucedido el día anterior, Patricia había pensado en estar junto a Ángel lo menos posible, para no hacerse daño a sí misma. No obstante, reflexionó swobre elo, y decidió no hacerlo, pues Ángel no se merecía eso de su gran amiga. Por ello, en cuanto ella vio por la ventana de su casa el coche de Ángel para llevarla a los estudios de Globomedia, donde cada día se prepara el programa de la jornada, bajó las escaleras del portal rápidamente y se encontró con la puerta del coche abierta, mostrando a Ángel en su interior, que le sonreía dulcemente. Eso animó un poco a Patricia, pero en el fondo entristecía su corazón, pues la recordaba lo estúpida que había sido. <<¿Cómo he podido dejar escapar un ángel tan maravilloso como él?>>, se preguntaba a sí misma, sin hayar ninguna respuesta.
Ya el coche en marcha, Patricia rompió el silencio que reinaba en el ambiente:
- ¿Qué tal, Ángel?
- Bien, bien-respondió él, no muy convencido-. Aunque voy a estar solo dos semanas...
- ¿Y eso, por qué? ¿Dónde está Emma?-se sorprendió Patricia.
- En un avión que se dirige a Roma-contestó Ángel-. Tiene que hacer un trabajo fotográfico allí...-calló unos instantes-...Un amigo suyo la acompaña, para que esté más seguro. Pero no sé...
- ¡Oh, no te preocupes!-Patricia intentó consolarle-. Emma estará bien, y más si la acompaña un amigo para protegerla. Ella ya es una mujer adulta. Sabe cuidarse sola.
- Pero es que la quiero mucho, Patricia. Quizás demasiado. Debes de entender que estoy preocupado por la chica que amo con locura...
Patricia hizo un esfuerzo por contener las lágrimas. <<La chica que ama con locura...>>, repitió en su mente. Ángel no lo sabía, pero aquellas palabras le hicieron una herida en el corazón de Patricia. Pero ella hizo como si no hubiese pasado nada.
- Tú tranquilo, que no la pasará nada-dijo sonriendo para ocultar la tristeza que invadía su ser-. Además, tienes aquí a tus amigos para hacerte compañía en estas dos semanas. Y por supuesto, me tienes a mí. Te debo una por todo lo que me ayudaste ayer...
Ángel recordó el momento en el que Patricia lloraba por Dani Martín y él la consolaba. Quizás Patricia tuviese razón después de todo.
- Está bien, me tranquilizaré-dijo Ángel-. Gracias, Patri.

En los estudios de Globomedia, todos trabajaban para que el programa de ese día fuese como la seda. Todos menos Patricia Conde, que al ser la presentadora no debía de hacer mucho; tan sólo repasar un poco el guión, aportar alguna que otra idea y rodar sketches que hubiesen escrito los guionistas. Aun así, aprovechaba para ayudar a sus compañeros y charlar con ellos cuando no estuviesen ocupados. Era feliz allí. Estaba rodeada de grandes amigos, y el ambiente era agradable. Así Patricia podría olvidar sus preocupaciones y problemas.
Berta Collado terminó de montar el reportaje que había hecho el día anterior rápidamente para luego reunirse con Patricia y charlar con ella en el tiempo que tenían antes de que empezase el programa. Berta vio a Patricia sentada en su mesa, mirando como trabajaban los guionistas, y en especial a uno de ellos; a Ángel Martín.
- ¡Hola, Patri!-saludó efusivamente a su mejor amiga.
- ¡Ah, hola!-Patricia sonrió alegremente.
- ¿Qué tal estás? Todos nos hemos enterado de lo de ayer. Mira que quedaros encerrados...-se rió.
- Ah, sí...¿Podría hablar contigo a solas sobre el tema?
Berta no comprendía muy bien eso, pero aun así siguió a Patricia hasta la azotea de los estudios. Cuando Patricia se aseguró de que no había nadie por allí, empezó a contar la historia de cómo se había enamorado de Ángel. Berta no daba crédito a lo que le estaba diciendo su amiga.
- Lo sé, Berta-dijo Patricia-. Tanto tiempo juntos, y me doy cuenta de que es el hombre de mis sueños cuando él ya ha encontrado a la mujer de los suyos...
- Bueno, lo siento mucho, Patri. Recuerda que eres mi mejor amiga, y siempre estaré apoyándote...-Patricia comenzó a soltar lágrimas, y Berta intentó secarlas con su dedo, y la abrazó fuertemente.
- Y lo peor es que ahora él me necesita porque su novia se ha ido a Roma durante dos semanas, y Ángel está destrozado...
- Y claro, debes de estar más tiempo con él para consolarle de algo que te recuerda que nunca serás suya...De verdad que lo siento.
Mientras abrazaba a Patricia para consolarla, Berta analizaba lo que le acababa de decir su amiga. "Su novia se ha ido a Roma durante dos semanas"...Berta tuvo una idea.
- ¡Pero Patri, es perfecto!-exclamó-. Es tu oportunidad de arrebatar el novio a Emma.
- ¿Qué?-preguntó Patricia sorprendida.
- Ángel va a estar dos semanas solo, y además triste porque no está Emmanuela...¡Aprovéchalo! Es el mejor momento para usar tus armas de mujer.
- Pero Berta, no puedo hacerle eso. Es mi amigo, y está muy enamorado de ella. Y son felices...
- Por eso mismo. Por eso debes de actuar, pues así nunca se enamorará de ti...Eres guapa, simpática, lista, buena...Has conquistado con esas armas perfectas que posees a muchos hombres. ¿Crees que no pasará lo mismo con Ángel?
Patricia meditó lo que le proponía su amiga. En el fondo tenía razón. Ángel estaba tan enamorado de Emma que jamás la olvidaría, y por supuesto nunca dejaría de amarla. Pero Patricia no quería eso. Ella sabía que iba a parecer egoísta, pues seguía siendo un gran amigo para ella; aun así, si dejaba que escapase esa oportunidad que tenía, sufriría mucho...
- Está bien, lo haré-decidió al fin-. Pero ahora mismo no sé qué hacer...
- Permite que te enseñe la profesora Berta, experta en robar novios-dijo Berta mientras soltaba una gran carcajada.

CAPÍTULO 5: Amigas unidas

Aquel programa del jueves fue estupendo, todo salió perfecto. Pese a los errores al leer el guión, consiguieron salir bien del aprieto, y además el público rió mucho; y también soltaron carcajadas el equipo de Sé lo que Hicisteis...
Cuando terminó el programa, todos se prepararon para salir del plató para volver a sus casas tras un largo día de trabajo. Patricia estuvo lista mucho antes de lo previsto, por lo que aprovechó para hablar con su gran amiga Berta sobre el tema del que habían hablado antes del programa. También le explicó que los únicos que lo saben son ella y Miki.
- ¿Y Dani? ¿Y Alberto?-preguntó Berta-. Ellos también son tus amigos, ¿no?
- Sí, claro que lo son-exclamó Patricia-. Pero es que Alberto no sé si contárselo. Es un tío cojonudo, pero puede que se lo cuente a alguien, y por eso no me atrevo-Patricia bajó el tono de voz-. Y Dani...
Berta la miró con el ceño fruncido, esperando una respuesta convincente. Debía saber por qué no se lo decía, ya que era un gran amigo para todos, siempre a disposición de sus amistades.
- Dani es el mejor amigo de Ángel-contestó Patricia al fin-, así que tengo miedo a que se lo cuente todo.
Berta relajó el ceño y asintió. Al fin y al cabo tenía razón...
Ella cambió la conversación para hablar de los intentos de atracción a Ángel que debía de aplicar Patricia, y entonces se le ocurrió una idea que podía ayudar...
- Mira, Patri, se me ha ocurrido una cosa-comenzó-: aprovechando que Pilar se va a ir del programa y va a venir una nueva, voy a montar una fiesta. Será entonces la oportunidad perfecta para dar el primer paso del plan. Todos irán con sus parejas, pero claro, tú ya no estás con Dani, y Ángel no puede ir con Emma porque está fuera. Entonces...
- ...Entonces hago que vaya con mi a acompañarme-continuó Patricia-. Bailamos un rato y...
- ¡...Y atacas!-exclamó Berta-. ¿Qué te parece?
- ¿Que qué me parece?
Patricia saltó para darle un enorme abrazo a Berta.
- ¡Me parece genial, Berta!-dijo Patricia-. Es perfecto. Muchas gracias por lo que estás haciendo por mí-la dio un beso cariñoso en la mejilla-. No sé qué haría sin ti...
- De nada, Patri-Berta sonrió-. Yo hago lo que sea por mi mejor amiga que lo está pasando fatal. Incluso dejar que me asfixia con un abrazo...
Patricia soltó a Berta nada más oír aquello.
- Oh, lo siento, lo siento...
- No pasa nada. ¡Me gustan tus abrazos asfixiantes! Demuestran la gran amistad que tenemos...
Las dos se sonrieron una vez más. Entonces Ángel apareció por detrás de la presentadora y le dio unos toquecitos en el hombro de ella. Berta soltó una leve risilla, y Patricia se tornó para ver a Ángel. Su querido Ángel...
- ¿Ya estás lista o vais a expresar vuestra gran amistad una vez más como borrachuzas?-preguntó mientras se reía a carcajadas. Las dos mujeres también se rieron.
- Sí, ya estoy lista-dijo Patricia sonriendo.
- Entonces al coche, a no ser que nos encerremos otra vez...-rió.
- ¡Oh no, por Dios! Con una vez me basta...-Patricia también rió-. ¡Hasta mañana, Berta!
- Hasta mañana, chicos-se despidió Berta.
- Hasta mañana, Berta-dijo Ángel mientras se llevaba a Patricia cogida del hombro.
<<No, si hacen una pareja...>>, pensó Berta mientras cogía su chaqueta y se dirigía a la puerta del plató para ir hacia su coche y volver a casa.

- Oye, Patri-dijo Ángel cuando se sentaron en el coche y cerraron las puertas-, ¿te apetece tomar algo?
- Vale, ¿por qué no?-contestó Patricia-. Aunque es raro en ti invitar a alguien a tomar algo un día que no es del fin de semana. Sueles trabajar en el día siguiente esos días, o quedas con Dani en su casa...
- Ya, pero es que normalmente mi chica no se va a un lugar que está a kilómetros y kilómetros de mí. Estaría todo el tiempo solo en mi casa pensando en ella, y eso no es bueno. Además, tú eres mi amiga. Puedo contar contigo para olvidar a Emma y charlar contigo tranquilamente...
- Me imaginaba que iba a ser eso. Pero no importa. Siempre es un placer charlar con mis amigos, aunque sea para no estar pensando en alguien todo el rato...
- Muchas gracias, Patri. Hay un bar debajo de mi casa que está muy bien, así que vamos para allá, ¿de acuerdo?
- Vale. Confío en tus gustos...

CAPÍTULO 6: En un bar de Bretaña...

Poco después llegaron al bar donde decía Ángel. El sitio parecía acogedor a pesar de su reducido tamaño. El letrero que había arriba de la puerta del bar ponía "BAR-CAFETERÍA "Copa de Arturo", y al lado el dibujo de una copa que tenía cierto parecido a las representaciones que se le hacen del Santo Grial. <<Un nombre original...>>, pensó Patricia.
Cuando entraron en el bar, lo primero que observó ella fue las mesas, que, siguiendo la temática de lo medieval y el Rey Arturo, eran redondas y de madera. La barra estaba a la derecha, era extensa y, para sorpresa de la mujer, estaba impecable. El material de la barra parecía madera, y los taburetes también lo eran, aparte de altos y resistentes.
El lugar era precioso, opinaba Patricia. Era muy distinto a lo que estaba acostumbrada ella. Sin embargo, el bar estaba casi vacío; sólo estaban ella, Ángel, el dueño del bar, un camarero y tres personas sentadas en una de las mesas y una pareja joven de enamorados en otra. <<Esto es la ley de Murphy, ¿no?>>, pensó Patricia y miró a Ángel con ojos enamorados.
Ángel se acercó a la barra y saludó al dueño, que tenía el pelo canoso, lucía un cuerpo robusto y por su rostro Patricia le puso unos cuarenta y cinco años, llamándole por su nombre; Patricia soltó una pequeña risa al oír que el dueño se llamaba Arturo. Ángel y ella se sentaron en una de las mesas redondas del local, y el camarero, de unos veinte años o incluso menos, se cabellos rizados y negros, que debía de ser el hijo del dueño por su gran parecido, se acercó a ellos y les tomó nota. Ángel pidió una cerveza, mientras que Patricia quiso un té con leche caliente; el cuerpo le pedía calor, pues era invierno y fuera hacía bastante frío.
El servicio era rápido y eficiente, o más bien era que no había apenas clientela, porque el camarero les sirvió lo que habían pedido muy rápido. A Patricia le gustaba cada vez más el sitio.
- ¿Qué? ¿Te gusta?-preguntó Ángel.
- Me encanta-contestó Patricia alegremente-. No sabía nada de este sitio. Es precioso...
- Lleva aquí como unos dos años, aunque me decidí a venir aquí hace seis meses.
- Pues es muy bonito. Confiaba en que estuviese bien. Tienes un buen gusto...
<<Aunque para las mujeres no>>, se dijo a sí misma. <<No, Patricia, no. Céntrate, no pienses en eso>>.
Estuvieron charlando durante mucho tiempo mientras se tomaban sus correspondientes bebidas. Reían sin cesar, se lo estaban pasando estupendamente. Patricia había pretendido decir varias veces los trucos que Berta le había enseñado, pero no era capaz; no quería romper el buen momento que estaba pasando con Ángel.
Además, ella veía que algo iba mal; Ángel no paraba de mirar su móvil, como si esperase una llamada. Una llamada de Emmanuela...
- Ángel-dijo mientras le cogía de las manos-, respira un poco. Tranquilo, ya te llamará.
- Es que no sé, Patri-dijo Ángel-. Me dijo que me llamaría en cuanto llegase. No se tarda tanto en ir en avión a Roma, ¿verdad?-Patricia suspiró y negó con la cabeza-. Me lo temía. Seguro que le ha pasado algo en el avión, o en cuanto ha llegado al aeropuerto, o...
- Relájate. No le habrá pasado nada. Tranquilo...
- Sí, tienes razón. Ahora estoy contigo. Debo de dejar de preocuparme y centrarme en ti. ¿De qué hablábamos?
Prosiguieron la conversación que tenían, pero Patricia sólo tenía una cosa en mente: era inútil enamorar a Ángel. ¿Cómo pretendía seducir a Ángel si sólo tiene ojos para Emma? Era perder el tiempo...
Pero además la cosa empeoró; al fin Emma llamó a Ángel cuando estaban aún hablando entre ellos, y Patricia veía que él no dejaba de sonreír y de decirle cosas cariñosas a Emma. Patricia no podía más y tiró la toalla. Cogió su móvil y le envió un mensaje a Berta, en el que decía: "Es imposible enamorarlo. Está hablando con Emma, y veo que el plan que habíamos trazado sólo sería una pérdida de tiempo. Me rindo".
Cuando Ángel terminó de hablar con Emma, se terminó su cerveza, y Patricia hizo lo mismo con su té. Cogieron sus abrigos y se despidieron del dueño y del camarero, y acto seguido Ángel cogió su coche para llevar a Patricia a su casa, aunque ésta se negaba, pues él ya estaba en su casa y no quería que se molestase en llevarla. Pero Ángel no hizo caso.
En el coche, Patricia recibió un mensaje de Berta. "Bueno, lo siento de veras. Pero recuerda que yo siempre estaré a tu lado".
Llegaron a la casa de Patricia, y ambos salieron del coche para despedirse. Ángel la dio un abrazo a Patricia mientras la susurraba "Gracias".
- No hay de qué-contestó ella. Y le dio un beso en la mejilla. Él se sorprendió.
- ¿Y ese beso?
- ¿Qué pasa? ¿Los amigos no se pueden despedir con un beso en la mejilla?
- Sí, pero es raro en ti...
Patricia mostró su preciosa sonrisa.
- Buenas noches, Ángel.
- Buenas noches, Patricia...-respondió él aún con la sorpresa del beso.
Mientras ella subía las escaleras que le llevaban a su casa, él puso en marcha el coche. Se tocó la mejilla donde ella le había besado, y descubrió en sus manos un poco de carmín. ¡Qué extraño era! Era la primera vea que Patricia se despedía de él dándola un beso...Ángel sonrió dentro de su coche, algo que siempre le había parecido que iba a quedar como un estúpido. Pero esa vez era distinto. ¿Sería que Patricia por fin...era feliz?
Ángel dejó de darle vueltas al asunto y se dirigió a su casa. Con la mejilla manchada de carmín de su compañera y mejor amiga, pero lo hizo...

CAPÍTULO 6: Confesión

Ángel llegó a su casa, sin poder evitar el pensar en el beso de Patricia. Le parecía extraño, no lo comprendía...<<Pero es un beso en la mejilla>>, pensó. <<No es nada...eso creo>>. Podría significar muchas cosas, pero al ser un beso tan simple no podía ser más que una despedida. ¿O quizás sí significaba algo? Cada vez entendía menos a las mujeres. Siempre ponen las cosas tan difíciles...Tampoco fue fácil entender a Emma para Ángel. ¿Cómo debía tomarse ese beso, si nunca lo había hecho anteriormente?
De repente oyó su móvil. Sonaba el tono de mensaje nuevo. Ángel cogió el móvil y leyó el mensaje que Berta le había enviado: "El sábado vamos a hacer una fiesta de despedida de Pilar. ¿Te apuntas?". Ángel respondió al mensaje diciendo "Claro, eso ni se pregunta". Al cabo de un rato recibió otro mensaje de Berta que decía: "Como tú eres un gran amigo para ella, ¿qué te parece llevarla tú a la fiesta? Eso sí, que no piense que es una fiesta sorpresa, ¿eh?". Ángel aceptó. Pilar era una buena amiga de él, así que aceptó encantado.

Mientras tanto, Patricia lloraba en su casa, acostada en su cama. Estaba destrozada. ¿Cómo se le había ocurrido enamorar a Ángel? Era una estupidez...
Después de unos minutos derramando lágrimas sin cesar, alguien llamó a la puerta. Mientras se secaba las lágrimas e intentaba ocultar la tristeza que sentía, se fue a abrir la puerta a la persona que esperaba detrás. No esperaba ninguna visita, por lo que se extrañó bastante. Abrió la puerta y descubrió a Miki, a Berta y a Dani.
- ¡Hola, chicos!-saludó efusivamente, aunque los tres notaron que Patricia no saludaba con ganas-. Pasad, pasad.
Los tres entraron en la casa de Patricia y se sentaron en el sofá junto a ella. Ella sonreía intentando que no se viese que estaba triste, pero sabía que no engañaba a nadie.
- Bueno, ¿qué os trae por aquí?-preguntó Patricia.
- Lo sabes bien, Patri...-dijo Berta. Patricia no comprendía-. Sabemos que estás mal. Y sabemos por qué.
- Pero Dani no-dijo Miki-. Y él se preocupa por ti, así que cuéntaselo tú misma.
Patricia no quería. ¿Y si se lo contaba a Ángel? Agachó la cabeza, pero Dani se acercó a ella e hizo que ella le mirase.
- Por favor, Patricia-dijo Dani-. Creo que me hago una ligera idea de lo que pasa, pero quiero que te atrevas a decírmelo si crees que soy tu amigo y una persona de confianza para ti.
Ella no tuvo más remedio que confesar. Aunque fuese el mejor amigo de Ángel, Dani seguía siendo su amigo. No podía hacerle eso.
- Está bien, te lo diré, pero no se lo digas a Ángel-dijo-. Estoy enamorada de él desde ayer.
Dani había acertado; había notada las miradas que le echaba a Ángel de vez en cuando, así que él ya lo sabía. Él abrazó a la presentadora.
- Tranquila, Patri-dijo Dani-. No se lo diré. Puedes contar conmigo-la soltó-. ¿Pero por qué no querías decírmelo?
- Pensaba que, como tú y Ángel sois tan amigos, se lo ibas a contar...
- Puede que a veces sea un capullo, pero no tanto-rió.
Estuvieron hablando largo y tendido sobre el tema, y le habían consultado a Dani sobre lo que sabía de lo que sentía Ángel y si Patricia podía hacer algo, aunque ella sabía después de lo que había pasado en el bar que no tenía ni una sola oportunidad.
- Lo siento mucho, pero no-contestó Dani-. Él sólo ama a Emma, y no habrá mujer que haga que pase lo contrario.
- ¿Y antes, Dani?-preguntó Miki-. Ángel ha tratado muy bien a Patricia, y le quiere mucho. ¿No sintió nada especial por ella?
- Que yo sepa, no-contestó Dani-. Cuando conoció a Patricia fue poco antes de que se enamorase de Emma, así que supongo que no.
- No me lo puedo creer-decía Miki-. ¿Ni siquiera un poco? Mira que la Requete es una chica maravillosa-cuando oyó eso Patricia se sonrojó-, y si tiene que estar tanto tiempo juntos...Algo debía de haber.
- Pues si lo hubo, jamás me lo dijo. Oye, entended una cosa-comenzó-: Ángel es mi mejor amigo desde hace muchos años. Sólo quiero que esté bien, y si lo está con Emma, tengo que dejarlo como está. Lo siento mucho por ti, Patri...
- Lo comprendo-dijo Patricia-. Y yo debería de hacer lo mismo; estaré enamorada, pero sigue siendo mi amigo. Yo quiero lo mejor para él...
Una lágrima corrió por la mejilla de Patricia. Berta le abrazó estrechamente, algo que ella agradeció.
Más tarde era la hora de irse. Miki y Dani se despidieron y se fueron a sus casas, pero Berta quiso quedarse esa noche con Patricia para ayudarla. Prepararía la cena y ayudaría en todo lo que pudiese hacer a su querida amiga, y para no dejarla sola se quedaría a dormir en el sofá, mientras Patricia dormíría en su cama

CAPÍTULO 7:Dos corazones rotos

Patricia amaneció con la almohada húmeda por las lágrimas y una nota en la mesilla de noche. Ella desplegó los dobleces de la nota y leyó lo que ponía: "Buenos días, Patri. Cuando te despiertes supongo que no estaré. He ido a la panadería para comprar pan, por hacerte un favor. Vuelvo enseguida, y vamos las dos juntas a los estudios, ¿vale? Besos de Berta". Patricia sonrió al leer la nota. <<Qué buena amiga tengo>>, se dijo.
Tras desperezarse, se fue al comedor y observó que en la mesa había un delicioso desayuno, con una tostada con mermelada, un café calentito y un zumo de naranja. <<No me merezco una amiga como Berta, de verdad>>, pensó. <<Me ha hecho hasta el desayuno>>.
Ella sólo le había dado tiempo para beberse el zumo cuando Berta entró en la casa de Patricia con una bolsa en la que dentro había una barra de pan.
- Recién salida del horno, me ha dicho el panadero-dijo Berta con una sonrisa en el rostro-. ¿Qué tal has dormido?
- Bien, un poco llorosa, pero bien-contestó Patricia. Berta había dejado el pan en la cocina y después dejó las llaves de la casa en su sitio-. No tenías que haberte molestado, Berta...
- Si a mí me gusta hacer favores a mi mejor amiga-se sentó en una silla junto a Patricia-. He llamado a Ángel diciéndole que hoy vas conmigo a Globomedia, por si preguntabas.
- Vale-dio un bocado a la tostada-. Por cierto, ¿aún sigue en pie la fiesta para Pilar?
- Claro, ya he alquilado un local para el sábado. Ayer por la tarde envié mensajes a algunos de los invitados.
- ¿Y quién llevará a Pilar a la fiesta?
- Ángel. Como ambos son muy buenos amigos, pensé en él. No te importa, ¿verdad?
- No, tranquila. Tampoco había pensado en ser yo la que la llevase...
Cuando Patricia terminó de desayunar, se fue a su habitación a vestirse, mientras Berta bajaba para ir a por su coche para irse las dos juntas a los estudios.

La mañana se le hizo eterna a la presentadora. Ese día no hizo muchos sketches, y el guión lo repasó varias veces para hacer tiempo, pero seguía estando desocupada, así que se fue a su mesa a observar cómo trabajaban todos.
Vio a Berta dando las invitaciones de la fiesta a los del equipo de Sé lo que Hicisteis...; vio a Miki y a Dani hablando amistosamente sobre temas que Patricia desconocía; vio a Ángel y a los demás guionistas tranajando duramente para que el programa fuese como la seda; y vio a Alberto Casado, en el pasillo donde estaban las máquinas expendedoras, sentado en el suelo y apoyando la espalda en la pared. Era la primera vez que Patricia veía a Alberto triste.
Se acercó a él y se puso en cuclillas, mirándole. Veía en sus ojos la gran tristeza que sentía.
- ¿Qué te pasa, Alberto?-preguntó.
Alberto se quedó callado, agachando la cabeza. Patricia se sentó junto a él e hizo que él le mostrase su rostro melancólico.
- Dímelo, Alberto. Me preocupa cómo estás, y quiero ayudarte.
Al fin, Alberto confesó lo que le pasaba:
- Mi novia me ha dejado.
- Oh, vaya-Patricia puso su mano en el hombro del joven-. Sé lo que se siente. Lo siento mucho...
- No tienes que sentirlo. No es culpa tuya. Es sólo mía. Algo hice mal, pero no sé el qué...
- Tú no creo que hayas hecho algo mal. Eres un buen chico, Alberto. Si ella no quería estar contigo, es que no es muy lista.
- Gracias, Patricia. Te agradezco que me animes-sonrió. Patricia le abrazó.
- No hay de qué. Eres un gran amigo, y yo hago lo que sea por ti.
Alberto estaba mucho más feliz. ¿Qué iba a esperar de Patricia? Siempre le había ayudado, y desde el día que llegó al programa ella le apoyaba en todo lo que fuese. Entonces Alberto recordó cuando era nuevo en el programa...
- ¿Sabes, Patri?-dijo Alberto-. Nunca te lo había dicho, pero cuando llegué al programa...me gustabas.
Patricia puso cara de asombro. Jamás se había imaginado que le había gustado a Alberto.
- ¿Y...te sigo gustando?-preguntó Patricia.
- ¡No, qué va!-dijo Alberto-. Me dejaste de gustar hace mucho-Patricia suspiró de alivio-. Además, ¿quién no se va a enamorar de ti? Eres una mujer estupenda, guapa, amable...
- Gracias, Alberto-dijo Patricia mientras se sonrojaba-. Debes de ser el único al que le he gustado nada más empezar a trabajar en el programa...
- Eso es imposible. Con los pivones que hay en el programa, alguno se ha tenido que enamorar de vosotras antes que yo. Alguno que no estuviese acostumbrado a trabajar con mujeres tan maravillosas como vosotras. Seguro que a Miki, o Ángel, o Pepe les gustase un poco.
- Miki supongo que no. Lleva toda la vida conmigo. Pepe Macías creo que ya tenía novia por entonces, y Ángel...no le he podido gustar. No puede ser...
- ¿Y quién dice eso? Tú no lo puedes saber. A lo mejor estaba perdidamente enamorado de ti y no lo sabías...
Sin darse cuenta, Alberto hizo que Patricia fuese un poquito más feliz con esas últimas palabras. ¿Y si fuese cierto? ¿Y si Ángel se hubiese enamorado de ella antes de encontrar a Emma? La idea le parecía maravillosa, pero debía volver al presente. Si Patricia hubiese enamorado alguna vez al que ahora amaba, ahora no iba a ser así. Amaba a su novia como a nada en el mundo.
- Alberto, confío en ti-dijo Patricia-. ¿Prometes que no le vas a contar a alguien lo que te voy a contar?
- Te lo prometo, Patricia-dijo Alberto-. Tenlo por seguro.
Patricia suspiró, y comenzó a relatar la historia de cómo se había enamorado de Ángel. Alberto se sobresaltó cuando la oyó. En cuanto vio que Patricia comenzaba a llorar, intentó consolarla.
- No llores, Patri. Que si no te pones muy fea-por un momento él había pensado que había sido estúpido por decir eso, pero Patricia se rió.
- Bueno, no puedo llorar, que empieza el programa dentro de poco...
Los minutos que quedaban para que empezase el programa, Patricia y Alberto estuvieron juntos hablando. No solían hablar demasiado, pero aquella vez estaban muy animados y se lo estaban pasando muy bien. Antes ella pensaba que no debía contarle nada a Alberto por miedo a que lo contase a alguien; ahora sabía que podía confiar en alguien más. Sólo faltaba atreverse a decirle la verdad al amor de su vida...

CAPÍTULO 8: La fiesta

- ¿Adónde me llevas, Ángel?
- Ah, es una sorpresa. No te lo puedo decir. Tú espera, Pilar, que estamos cerca.
Ángel guiaba a Pilar Rubio como un perro lazarillo a un ciego, pues ella tenía una venda que le tapaba los ojos y la impedían ver. Pilar sentía emoción. ¡La estaba esperando una gran sorpresa! ¿Qué sería?, se preguntaba todo el tiempo. Estaba muy intrigada...
- Ya estamos-dijo Ángel-. Sólo tengo que quitarte la venda...
Pilar sonreía. Al fin iba a ver la sorpresa que le había prometido Ángel. Él se dispuso a quitarle la venda que cubría los ojos verdes de la mujer. En cuanto pudo ver, Pilar se quedó boquiabierta; allí estaba el equipo de Sé lo que Hicisteis..., en una sala grande, con un estéreo y unos altavoces; una mesa llena de aperitivos y bebidas se situaba a un lado; la estancia estaba adornada con globos de colores, y un cartel colgaba de una pared. Se podía leer en él: "Te echaremos de menos, Pilar".
A Pilar se le saltaban las lágrimas. Habían organizado una fiesta de despedida para ella, apesar de que les dejaba por otra cadena. <<No me merezco a estos amigos tan estupendos>>, pensaba.
Los colaboradores del programa, con quien se había llevado mejor y había pasado buenos momentos en el programa que le dio la fama, se acercaron a ella para abrazarla. Pilar agradecía a todo el equipo que la hiciesen una fiesta -<<Aunque no era necesario. Conque seáis mis amigos era suficiente>>, pensaba Pilar-.
Cuando Pilar se secó las lágrimas, encendió el estéreo. Le alegró que lo primero que sonase fuese algo de rock. Era su género musical favorito.
- ¿Qué hacéis ahí parados?-gritó Pilar-. ¡Es hora de bailar!
Todos se dispusieron a bailar. Los que habían ido con su pareja bailaban con ella juntos un baile que intentaba imitar a los bailes de rock´n´roll del programa "¡Mira quién Baila!", lo que resultaba gracioso para Patricia, que les observaba junto a la mesa de los aperitivos.
- ¿Bailas?-preguntó una voz a ella. Patricia giró la cabeza para ver al que le había hablado. Era Ángel.
- ¿Bailar tú y yo?-dijo Patricia-. Pero si yo creía que no te gustaba bailar...
- Bueno, por una vez en la vida no me va a pasar nada, ¿no?
Ambos se acercaron a lo que simulaba ser la pista de baile. Patricia no paraba de reírse de los bailes de algunos de sus compañeros.
- Eso sí, yo no voy a bailar como ellos, ¿queda claro?-dijo Ángel riéndose.
- Para empezar porque no sabes, ¿no?
- Puedes enseñarme tú...
- Uff, creo que lo tuyo es una misión imposible, Ángel...
Sin embargo, los dos bailaron al ritmo del rock´n´roll que sonaba en el lugar. Se lo pasaban muy bien, reían y charlaban de vez en cuando sin dejar de sonreír.
Al cabo de un tiempo, la música iba cambiando de ser rápida y rítmica a ser lenta y romántica. Comenzó a sonar una balada romántica, y las parejas que estaban allí empezaron a bailar agarrados al compás de la música. Patricia, al oír la música, buscó una excusa para no bailarla.
- Me voy a por una bebida-se le ocurrió-. Bailar me entra sed...
Patricia se disponía a irse a la mesa para buscar un refresco cuando Ángel la agarró de la mano y la dijo:
- ¡Ah, no! No me creo esa excusa...
- Pero Ángel, es que...
- ¿No sabes bailar algo lento? Tranquila, que yo te enseño...
Él parecía feliz y no podía resistirse a su sonrisa hipnotizadora, así que Patricia aceptó la propuesta.
Ángel la agarró de la mano y puso su mano poco más arriba de la cintura de la mujer. Con un leve tirón acercó a Patricia.
- Supongo que no hace falta que te enseñe, ¿verdad, Patri?
- No, tranquilo-dijo Patricia-. La profesora aquí soy yo-puso un tono burlón.
Entonces ambos comenzaron a bailar como bailaban las demás parejas. Patricia se sentía un poco incómoda apesar de que Ángel sólo quería pasar un buen rato con ella. La mujer veía a las demás parejas, incluídos Pilar y su novio, que había asistido a la fiesta. Los veía pegados y siguiendo el compás con perfecta armonía, mostrando afecto por el otro, y entonces Pilar le dio un pequeño beso a su amor. Patricia estaba aún más intranquila.
Pero Ángel hizo todo lo posible porque fuese un baile agradable para ella, ya que notaba que no estaba a gusto bailando con su mejor amigo. Él lo entendía perfectamente, pues era extraño para ambos. Sin embargo, Ángel hizo que se lo pasasen bien y que olvidasen que el baile era más de enamorados que de amigos.
Pasaban las canciones y Patricia y Ángel se divertían juntos. La siguiente canción fue "I Just Called To Say I Love You", una canción de Stevie Wonder que le encantaba a la presentadora. Pensaba que era una canción preciosa, así que se encontró más a gusto al oírla.
Entonces ella miró a los ojos de su amor, de Ángel. Él también miraba a ella, con ojos apasionados. Sonreían el uno al otro.
I just called to say I love you
Ángel acercó un poco más su mano a la cintura de la mujer. Ella no puso ninguna pega cuando notó la suave mano de él.
I just called to say how much I care
Los dos acercaron sus rostros hasta apoyar sus frentes en el del otro, sin apartar la vista de los ojos de su pareja.
I just called to say I love you
Patricia no recordaba que nunca hubiese tenido un momento parecido a ese con algún novio que tuvo. Tampoco recordaba si tan siquiera Dani Martín hubiese bailado con ella.
And I mean it from the bottom of my heart
Sólo sabía una cosa: aquel momento fue el mejor de toda su vida

CAPÍTULO 9:Enamorarse de dos

Fue el momento más mágico que Patricia había vivido. Jamás se había imaginado encontrándose en circunstancias como esa; con Ángel, el hombre de su vida, bailando de forma romántica, esperando a que surgiese lo que ella estaba esperando desde hacía un tiempo...
Pero la voz de Berta la sacó de su mundo de ensueño.
- ¡Venga, tortolitos, que ya es hora de irse!
<<¿Lo dirá por...nosotros?>>, pensó ella. Ángel y ella se separaron rápidamente, y Patricia vio que él estaba desconcertado, como si hubiese ocurrido algo que no se había esperado.
La duda que tenía Patricia se aclaró cuando oyó a Pilar contestar:
- Oh, lo siento. Es que esta canción es hipnótica, ¿verdad, José?
El cantante de Hamlet, J. Molly, el novio de Pilar, sonrió. Ella sabía que no era el tipo de música que le gustaba a él, pero sabía que con tal de estar con su querida Pilar hacía lo que fuese.
- Muchas gracias por la fiesta, Berta-dijo Pilar-. Os echaré muchísimo de menos, de verdad.
- No hace falta que las des. Sólo espero que te lo pases bien a partir de ahora.
Patricia suspiró de alivio y dirigió su mirada a la dirección en la que estaba Ángel, pero él había desaparecido. <<¿Dónde está?>>, se preguntó.
Mientras tanto, Ángel corría hacia su coche, sin mirar atrás, de forma tan discreta que nadie se había percatado de que se había ido. Estaba totalmente confuso. ¿Qué había pasado? ¿Por qué había pasado de ser un baile agradable y lento con su amiga a ser casi un beso? No comprendía nada, aunque sabía que no había sido culpa de Patricia; todo lo había hecho él.
Él fue quien había invitado a bailar a Patricia con motivo de pasarlo bien, pero luego había sido Ángel el primer en mirar a los ojos de ella, y también el que la había agarrado para que estuviesen más juntos, y así haciendo como si estuviesen...enamorados. <<¿Por qué lo he hecho?>>, se preguntaba una y otra vez, <<Yo quiero a Emma. ¿Por qué casi beso a mi mejor amiga?>>. Se sentía demasiado confuso para pensar.
Lo único que deseaba era llegar a casa y descansar. Consultaría con la almohada lo que estaba pasando por su mente. Sería lo mejor...


A la mañana siguiente, a las diez, Ángel llamaba a su amigo Dani. Quería hablar con él sobre lo sucedido. La voz de Dani somnoliento sonó en el teléfono de Ángel.
- ¿Qué pasa? Son las diez de la mañana, Ángel. Sabes que para mí eso es muy temprano...
- Venga, dormilón, es serio-dijo Ángel-. Necesito hablar contigo en persona. ¿Voy a tu casa?
- No, quedamos en el bar. Así me despierto con un buen café...
Pronto Dani entró en el bar que se encontraba abajo de la casa de Ángel. Éste le esperaba en una de las mesas con dos tazas de café humeantes.
- Buenas-saludó sonriente Dani-. Espero que sea un capuchino cortado con poco azúcar y un toque de canela-bromeó.
- No, es el café con leche que te pides siempre, pero si ahora te pones finolis...-siguió Ángel.
- Bueno, ¿qué pasa? ¿Qué querías contarme?
- Verás, es sobre la fiesta de ayer-comenzó Ángel-. Mira, yo estuve bailando con Patricia, tan contento y pasándonoslo muy bien los dos...Hasta que pusieron canciones lentas...
- Sí, vi que Patri se iba a por una bebida. Pero no vi más. ¿Qué pasó?
- Pues lo de la bebida sabía que era una excusa, y lo entiendo. Es raro bailar una canción romántica con tu mejor amigo, ¿verdad? Pero yo le dije que aun así bailase conmigo, que intentaría que se olvidase de que eran canciones para novios y no para amigos...
- ¿Y tú te creías que te lo ibas a pasar bien bailando...una balada?
- Sí, pensaba yo, el idiota de mí-agachó la cabeza-. Pero es que no sé que pasó. La miré a los ojos, y pensé "Y yo dejé de estar enamorado por esta mujer tan perfecta..."
- ¡Para el carro, Ángel, para!-exclamó Dani-. ¿Te habías enamorado de Patricia? Y lo peor, ¿no se lo cuentas a tu amigo?
- Por aquella no teníamos tanto contacto, Dani. Estuve enamorado el primer año del programa, hasta que vi que Patricia nunca se enamoraría de mí, y encontré a Emmanuela...
Dani no se creía lo que estaba oyendo. Continuó escuchando atentamente a su amigo.
- Bueno, a lo que iba-continuó Ángel-. Pensé eso, y recordé el beso en la mejilla que me dio el otro día. Cuando me lo dio, comencé a ver a Patricia con otros ojos, y ayer, bueno...No pude resistirme...
- ¿Le diste un beso?-dijo Dani con los ojos como platos.
- No, pero casi. La agarré de la cintura y puse mi frente en la suya cuando sonaba la canción de Stevie Wonder que tanto le gusta a ella...-Ángel calló un instante-. Dani, ¿es posible estar enamorado de dos personas a la vez? Sigo enamorado de Emma, pero creo que también lo estoy de Patri...¿Qué hago?
Dani cada vez estaba más sorprendido. ¿Cabía la posibilidad de enamorarse de dos mujeres al mismo tiempo? Parecía imposible, pero él sabía que todo lo que le había contado su amigo había hecho que Ángel se enamorase otra vez de Patricia.
Pero además su corazón se dividía en dos; ¿debía decir que Ángel debía seguir con su feliz vida con Emma y así romper el corazón de Patricia, o debía decir que tenía que quedarse con Patricia y romper el noviazgo que tenía él con la mujer a la que pensaba que amaba?
- Te parecerá una auténtica ñoñería-dijo Dani-, pero haz lo que te diga tu corazón...
- No es una ñoñería, Dani-dijo Ángel-. Es la solución perfecta. Muchas gracias.
- No hay de qué.
Cuando terminaron de desayunar, volvieron a sus casas. Ángel, nada más llegar a su casa, reflexionó sobre lo que le había dicho Dani y escuchó su corazón. ¿Qué decisión tomaría...?

CAPÍTULO 10:Tarde de mala suerte

La noche después de la fiesta Patricia apenas pudo dormir. No cesaba de dar vueltas por su casa mientras sólo había una cosa en su mente: el baile con Ángel.
Había acordado que Patricia, aunque estuviese enamorada de él, iba a ser simplemente la mejor amiga de Ángel, y que no intentaría de ninguna mandera separarle de su querida Emmanuela. Sin embargo, lo ocurrido aquella noche no fue lo que ella había querido. Bailar con Ángel podía ser; bailar con él canciones románticas, si Ángel insistía en que no iba a pasar nada, era también un pase; pero acabar con él a escasos centímetros de sus labios, casi apunto de besarlos, no podía soportarlo.
Todo lo que Patricia debía dormir cesó al mediodía. Era muy tarde, y ella lo sabía, pero le daba exactamente igual. Tenía que descansar aunque sea un poco.
Aquel día la presentadora no tenía ganas de ver a nadie. No quiso hablar con Berta, ni con Miki, ni con Dani, y por supuesto ni con Ángel. Lo único que iba a hacer era salir de casa para despejar la mente. Comería en algún restaurante del centro y se pasaría por el parque, hasta las siete más o menos, que ya vería ella si se volvía a casa o se tomaría algo en algún bar. El bar que Ángel le enseñó el otro día le gustó bastante, así que posiblemente iría allí a tomar un refresco o algo.
A las dos de la tarde Patricia bajó de su casa para ir en busca de su coche, aunque no lo encontraba por ninguna parte. <<Es verdad, está en el taller>>, pensó. No tuvo más remedio que coger un taxi, y era algo que ella no podía soportar. No le gustaba en absoluto, pero tampoco le apetecía ir en transporte público para que la gente la reconociese y todos la pidiesen un autógrafo o una foto con ella. Se puso al borde de la acera y llamó a un taxi que casualmente pasaba cerca de allí. Se subió en el asiento de atrás, y el taxista giró la cabeza y la miró.
- ¿Adónde la llevo?-preguntó.
- A la calle Goya, por favor-contestó ella amablemente.
- Bien. Disculpe, pero ¿es usted Patricia Conde?
- Sí, así es. Pero llámame de tú.
- Oh, vale. Verás, tengo unos hijos que nunca se pierde su programa. ¿Por casualidad tienes papel y boli? A mis pequeños les encantaría un autógrafo tuyo. Te adoran.
- Por supuesto. Siempre tengo a mano papel y boli para estos casos. ¿Cómo se llaman tus hijos?
- Miguel e Irene.
- ¿Y cómo te llamas tú?
- Enrique, pero no me dedique la firma. Solamente a mis hijos, aunque eres muy amable.
- Muy bien, Enrique-Patricia comenzó a escribir la dedicatoria-. "Un abrazo y un beso para Miguel e Irene, mis fans número uno. Con cariño, Patricia Conde".
- Guarda el autógrafo. Eso va a ser lo que me debe.
- No, por favor, ya le pagaré lo suyo...
- Insisto. Por favor...
- Está bien-al cabo de un rato el taxi se acercó a la acera y se paró-. ¿Ya hemos llegado?
- Así es. Un placer verte, Patricia.
- Lo mismo digo, Enrique. Ten el autógrafo.
- Muchas gracias. Que tenga un buen día.
- Lo mismo digo.
Patricia salió del taxi y se despidió de Enrique con la mano, y éste hizo lo mismo. Cuando el taxi se fue, ella entró en el restaurante. <<Este día sólo va a ser para despejarme>>, pensaba ella.

Ángel estaba inquieto en su casa. Eran las siete de la tarde, y aún tenía la duda de si llamar a Patricia o no hacerlo. Además, Emma no le había llamado desde el viernes. ¿La habría pasado algo? Él estaba hecho un manojo de nervios.
De repente oyó desde su casa un grito que provenía de la calle que le sobresaltó. Se asomó por la ventana y vio a una mujer que le agarraba fuertemente un hombre por detrás, y parecía que la amenazaba con un cuchillo en el cuello. Ángel no dudó ni un segundo y llamó a la policía, contando lo que estaba ocurriendo en su calle y la dirección. Entonces bajó corriendo a la calle para intentar socorrer a la mujer.
Se acercó un poco a ellos dos, y sus ojos mostraron un gran asombro.
- ¡Patricia!-exclamó Ángel, aunque después había deseado no haberlo hecho.
- ¡Ángel!-gritaba Patricia desesperada-. ¡Ayúdame, por favor!
- ¿Ha venido tu novio a rescatarte, eh?-dijo el hombre que ocultaba su rostro con una capucha-. Pues haciéndote el héroe no vas a conseguir nada. Ella va a venir conmigo, o si no le rajo el cuello.
Ángel iba a dar un paso, pero el hombre encapuchado que agarraba a Patricia le dijo:
- ¡No te muevas! O si no, la mato.
Ángel tragó saliva. Veía el terror en el rostro de Patricia. No se movió, e intentó tranquilizar al agresor de la mujer. Pero éste no entraba en razón; seguía empeñado en matar a Patricia si Ángel se acercaba aunque fuese un poco.
Él no podía soportarlo. Tenía que ayudar a su amiga, y no se iba a quedar de brazos cruzados. Con amplias zancadas corrió hacia el hombre y antes de que el agresor pudiese reaccionar le dio un certero puñetazo en la nariz, lo que hizo que soltase el cuchillo y callese al suelo. Patricia, ya liberada, corrió a los brazos de Ángel, y entre lágrimas le daba las gracias. Por fortuna la policía llegó a tiempo para arrestar al agresor y llevárselo con ellos. Uno de los agentes se acercó a Ángel y a Patricia.
- Ha sido usted muy valiente-le dijo a Ángel, y acto seguido se dirigió a Patricia-. Puede estar tranquila; ese hombre no le va a molestar más.
- Muchas gracias, agentes-dijo Patricia.
- Sí, muchas gracias-dijo Ángel-. Y vigilen muy bien a ese capullo.
- Descuide, señor.
Se despidieron y el policía se metió en su coche para llevar al agresor a comisaría. Mientras, Patricia abrazaba fuertemente a Ángel.
- De verdad, no sé cómo agradecértelo-le besaba en la mejilla.
- No tienes por qué hacerlo-dijo Ángel-. Te llevo a casa para que estés más tranquila en ella.
- No, quiero quedarme con mi salvador. ¿Puedo quedarme en tu casa un rato? No quiero quedarme sola...
- Está bien, está bien. Espero que te guste la pizza, porque no tenía nada preparado para cenar.
- Da igual. Con estar en compañía tuya es suficiente.
Entonces ambos entraron en la casa de Ángel, mientras Patricia se secaba las lágrimas con su mano derecha y Ángel la abrazaba por la izquierda.

¡Gracias por el aporte! El domingo subiré yo mi fic más dos capítulos más

De nada, Aitor ^^. Es lo mínimo que puedo hacer

CAPÍTULO 11:Vino con gusto a confesión

Cuando Ángel abrió la puerta de su casa y entraron él y Patricia en ella, le dijo a la mujer que se sentase en el sofá con un gesto. Patricia, obediente, lo hizo, se sentó cuidadosamente y con algo de nerviosismo en el cuerpo. El pánico que había sentido minutos antes no se había ido del todo, por lo que aún estaba asustada y alterada.
- ¿Quieres algo para calmarte?-preguntó Ángel.
- Si tienes algo de alcohol, seguro que me calma-contestó Patricia con un intento fallido de sonrisa.
- Bueno, no tengo licores ni whisky ni nada de eso, sólo vino-entró en la cocina-. Es que no soy un borrachuzo como tú-bromeó.
- Está bien, con vino me basta.
Mientras Ángel buscaba las botellas de vino que tenía guardadas en la cocina, Patricia no dejaba de pensar en el momento en el que el hombre se había acercado a ella y la había puesto el cuchillo en el cuello. Había pasado el peor momento de su vida, y eso costaba olvidarlo. Recordaba cada minuto, cada segundo. Hasta el momento en el que Ángel apareció de la nada...
Ángel había sido muy valiente. Nunca habían hecho algo así por ella; arriesgar su vida por la suya hacía que fuese el mejor hombre que había conocido. Cómo había actuado heróicamente al acercarse al agresor y darle un puñetazo, cómo había ido rápidamente a abrazarla para seguir protegiéndola...Parecía que era imposible, pero el amor que sentía por él había aumentado. Ahora no sólo la había enamorado por completo; le debía la vida. Y eso se lo agradecería por el resto de sus días.
Y sin embargo, ella sabía que nunca podría compartir una vida con él. Demasiados obstáculos había entre Patricia y Ángel, y por si fuera poco, aparecían cada vez más.
Él apareció con una botella de vino y dos copas. Dejó todo en la mesa de cristal que se situaba enfrente de ella, sirvió el vino en las copas y se sentó junto a Patricia.
Cogió sus suaves manos y preguntó:
- ¿Qué es lo que ha pasado, Patri?
Ella, al recordar el mal rato que había pasado, derramó una lágrima y, con un hilo de voz, contestó:
- Sólo paseaba por la calle para ir al bar que hay ahí abajo, el que me enseñaste el jueves...
Patricia paró. No quería hablar de ello, había pasado demasiado miedo, pero el rostro dulce y compasivo de Ángel hacía que siguiese sin rechistar.
- Y de repente noté un cuchillo en el cuello-continuó Patricia-, y por unos segundos dejé de respirar. Entonces el hombre ése me susurraba que no me mataría si no hacía lo que él me pedía...-entonces ella cogió su copa y bebió un trago.
- ¿Qué te pedía?-preguntó Ángel con tono de preocupación.
- Pues quería que le hiciese feliz...Que le hicieso de todo, no sé si me entiendes-Patricia paró unos segundos-. Ese hombre era un cerdo, un enfermo. Me prometía que si yo le obedecía me dejaría vivir. Pero sabía que no lo iba a cumplir-dio un trago más a la copa.
- ¿Pasó algo más?
- Sí-comenzó a brotar más lágrimas de sus ojos-. No dejaba de llamarme puta, zorra, guarra...Yo decía todo el rato que sí, que lo haría, pero si dejaba de llamarme eso, pero él no paró. Me hundía cada vez más el cuchillo en la garganta...-Patricia se terminó el vino de la copa-. Y entonces apareciste tú.
Patricia rompió en llanto y Ángel la abrazó para consolarla. Secó sus lágrimas con los dedos.
- Ya está, Patricia-dijo él-. Ya ha pasado. No te preocupes más; ese imbécil no te va a molestar nunca más.
- Es lo único que me consuela, el que no me molestará más-dijo Patricia-. Ni a mí ni a otras muchas chicas
Patricia se sirvió un poco más de vino y Ángel le dio unos pocos sorbos a su copa.
- Perdóname si salgo de aquí borracha. Pero es que necesito alcohol...
- No pasa nada-dijo Ángel mientras bebía de su copa-. Si tú te enborrachas, yo también. No te voy a dejar sola ni siquiera en la resaca que nos pillemos, ¿vale?
Patricia y Ángel rieron. Dejaron de hablar de lo que había ocurrido y charlaron sobre otros temas mientras no cesaban de beber. Reían alegremente y lo estaban pasando genial. Pero llevaban unas cuantas copas de más, la embriaguez por fin llegó y ambos no sabían lo que decían en absoluto. Podían decir estupideces que no les importaba, ni al que lo decía ni al que lo escuchaba.
- ¿Sabes qué, Ángel?-dijo Patricia en un determinado momento, ya muy ebria-. Me gustas.
- ¿Y a quién no le gusto?-dijo Ángel-. Soy un tío gracioso para todos-puso su mano en el hombro de Patricia-. Pero tú eres una tía de puta madre, ¿me oyes?
- Tú también lo eres-quitó la mano de su amigo mientras se tambaleaba-. Pero no me refiero a ese tipo de "gustar". Me refiero al otro...
- ¿Cómo me quieres entonces? Me quieres mucho...-Ángel intentaba aguantar el equilibrio; los dos estaban sentados, pero un movimiento demasiado brusco y comenzaban a tambalearse y podían caerse del sofá-...¿Cómo la trucha al trucho?
- ¡Más aún!-exclamó Patricia-. Te amo, y te amo desde que nos encerraron en el plató.
Ángel contestaría a aquello reaccionando con incredulidad y nervios. Pero era tal la embriaguez que solamente dijo:
- Ah, qué interesante...
Tampoco Patricia estaba lo suficientemente sobria como para sentirse ofendida por lo que le había dicho.
- Pues ya que estamos-dijo Ángel-, yo también te tengo que decir que te quiero...
- ¿Como la trucha al trucho también?-dijo Patricia y soltó una carcajada.
- Como la trucha al trucho, sí. Me enamoré de ti el primer año del programa, y luego conocí a Emma. Pero luego, después de lo de la fiesta, te miro de otra forma...Te amo incluso más que antes.
- ¿Y ya no quieres a Emma? Es tu novia...
- Es que es muy raro, pero también la quiero a ella...
- Ah, qué interesante...
Aparcaron el tema inmediatamente. Parecía como si no hubiese ocurrido nada. Siguieron charlando, riendo y, sobre todo, bebiendo cada vez más vino. Llegó un momento en el que Patricia decidió que ya era muy tarde, así que se levantó despacio y se dirigió a la puerta.
- Me voy ya a casa-dijo-. Me lo he pasado muy bien, pero es tarde.
- Está bien-dijo Ángel, y se levantó también con sumo cuidado del sofá-. Te llevo hasta casa.
- No, puedo ir sola. Si vivo a dos manzanas, nada más.
- ¿Y si viene otro cerdo como el de antes?
- Que no pasa nada, Ángel. No te preocupes-él se acercó a Patricia.
- Cuídate, ¿vale?-dijo.
- Lo haré-abrió la puerta de la casa-. Buenas noches.
- Buena resaca-bromeó Ángel, y Patricia se rió-. No, en serio. Descansa. Y que tengas dulces sueños.
Ambos sonrieron al otro, y Patricia se dispuso a bajar las escaleras. Ángel echó un último vistazo a la mujer que bajaba apoyándose en la pared para aguantar el equilibrio y cerró la puerta de su casa.

CAPÍTULO 12 ¿Qué pasó ayer?

El lunes Ángel se despertó a las siete y media, como hacía habitualmente. Se desperezó lentamente y estiró cada uno de sus músculos sin prisa. Le dolía la cabeza, culpa de las copas de más que bebió junto a Patricia. ¿Ella estaría igual que él? Entonces Ángel recordó que Patricia volvió a su casa sola. La pregunta era más bien si ella estaba bien. ¿Y si la había pasado algo? Él estaba muy preocupado, pero pronto se le fue la preocupación, ya que recordó que Patricia vivía a dos calles más abajo de la suya. No podía haberla pasado nada...
Miró a su izquierda, y vio un bulto en el edredón. <<Emma...>>, pensó Ángel, y acarició a la que estaba debajo del edredón cariñosamente, <<...Te quiero tanto..., pero ahora no eres la única que ha robado mi corazón>>. Se refería a Patricia. A su amiga que de repente, y sin quererlo, comenzaba a sentir por ella algo que ya sintió una vez por la presentadora. Pero ahora estaba con Emma, e intentaría centrarse más en ella que en otra cosa. Volvió a acariciarla, y sonrió con dulzura.
Pero entonces cayó en la cuenta. <<Un momento, Emma no está aquí, no puede ser. Está en Roma>>, pensó Ángel asustado. Entonces, ¿quién se ocultaba bajo el edredón. Tembloroso, Ángel apartó el edredón para ver quién era, y del susto volvió a tapar a esa persona bruscamente, lo que hizo que se despertase y se descubriese.
Patricia gritó. Ángel también.
La mujer se sobresaltó tanto que cayó de la cama. No le dio tiempo ni a quejarse, pues había descubierto algo que le aterrorizaba aún más; estaba desnuda. Gritó una vez más. Ángel se vio a sí mismo, y también vio que estaba desnudo. Ambos formaron un coro de chillidos que por poco despertaron a los vecinos.
- ¡Ni se te ocurra mirarme!-exclamó Patricia con tono enfadado-. Voy a coger mi ropa y me voy a vestir en el baño. Mientras camine desnuda, no me mires. ¿Entendido?
Ángel asintió. Se giró mientras Patricia cogía sus cosas y se dirigía al baño. Cuando oyó la puerta del baño al cerrarse miró al frente y también cogió su ropa para vestirse.
- ¡Esto es culpa tuya!-dijo Patricia.
- ¿Mía?-dijo Ángel indignado-. ¡Yo no fui el que se bebió doce copas de vino!
- Pero tú bebiste igualmente.
- Pues ambos tenemos la culpa, ¿vale?
- Pero...¿cómo ha podido pasar? ¡Pero si yo me iba a mi casa. Es lo último que recuerdo.
- Y yo, pero parece que pasó algo más. Algo que no recordamos.
- ¡Pero no lo entiendo!
- Pues entiéndelo. Estábamos muy borrachos, y punto. Zandajo el tema.
Terminaron de vestirse. No quisieron ni tan siquiera desayunar. No podían mirarse. Patricia había soñado con una noche así con Ángel, pero no esa precisa noche. No discutieron si Patricia iría con Ángel a Globomedia o no; debía de ser así, ya que Patricia no disponía de su coche. Aun así, hubiera deseado ir a pie antes que ir con él tras lo sucedido.
El tema estaba zandajo, había dicho Ángel. Sin embargo, en el fondo no lo estaba. En todo el trayecto a Globomedia no hablaron nada en absoluto. No se miraron a la cara; se sentían demasiado mal. Era una mezcla de rabia por lo que habían hecho, tristeza por no haber podido evitarlo y culpabilidad por no haber podido hacer nada cada uno.
Cuando llegaron a Globomedia, todo el equipo notaba la frialdad con la que miraba Patricia y Ángel al otro, y no comprendían nada en absoluto. Pasaban las horas y ninguno de los dos tenía ganas de hablar, ni tan siquiera con sus mejores amigos. Miki, Dani y Berta intentaron varias veces averiguar lo que pasaba, pero no hubo respuesta.
En un cierto momento, Patricia explotó y confesó todo a Berta, y Ángel hizo lo mismo con Miki y Dani. Los tres juraron no contárselo a nadie. Aun así estaban totalmente sorprendidos. Ni siquiera Dani, que siempre sacaba alguna broma en estos asuntos o parecidos, hizo un pequeño chiste.
Cuando vieron que ni Patricia ni Ángel miraban, que se metían en una soledad profunda, haciendo como si no pasase nada, Miki, Dani y Berta se reunieron para hablar sobre esto y las posibles soluciones que pudiera haber. Pero no existía ninguna que pudiesen hacer ellos. Todo estaba en manos de ellos dos.
No podían hacer nada...

CAPÍTULO 13:Dime algo...

Pasaban los días y Ángel y Patricia seguían sin hablarse. No se dirigían la palabra en ningún momento, solamente en el programa, y porque lo exigía el guión. Miki, Dani y Berta habían intentado varias veces convencerles de que se hablasen.
- Por favor, Berta, déjalo ya-dijo en un momento Patricia.
- ¡Pero es que no podéis estar así eternamente!-exclamó Berta.-. Sí, os acostásteis, ¿y qué? Estábais muy borrachos, y tú habías estado al borde de la muerte un tiempo antes. Es normal...
- ¿Normal? ¿Es normal acostarme con mi amigo? ¿Es normal acostarme con el hombre al que amo, sabiendo que él no me quiere?
- Bueno, lo de que no te quiere...Tú me has dicho que recuerdas que él te dijo que te quería.
- Pero estaba muy borracho...
- Tú también lo estabas y también lo dijiste. Los borrachos siempre dicen la verdad.
- ¿Eso quién lo dice?
- Todo el mundo lo dice.
Patricia odiaba que Berta tuviese razón. Pero, ¿era posible? ¿Podría ser verdad que Ángel amaba a Patricia? Debería hablar con él sobre eso.
- Tengo que hablar con Ángel-dijo Patricia.
- ¡Oh, bien, te he convencido!-dijo Berta sonriente-. Venga, mujer, ve ahora a por tu hombre.
La presentadora iba con paso firme, segura de sí misma, a la mesa de Ángel. Él estaba trabajando en el guión del programa, pero a ella no le importaba; debía de hablar enseguida con él. Intentó comenzar la conversación, pero Ángel fue más rápido diciendo:
- Patricia, lo siento, pero no puedo hablar.
- ¿Ni siquiera un poco?-preguntó Patricia-. Tengo que hablarte de algo muy importante...
- Ya me lo contarás en otro momento. El guión también es muy importante.
Patricia no podía creérselo. Se fue con lágrimas en los ojos, algo que notaron Miki y Berta, que vieron la escena desde otro lado. Vieron a Patricia cómo se iba al baño, dolida y triste.
- Este hombre es idiota-dijo Miki enfadado.
- Pobre Patri...-dijo Berta-. Pensaba que se solucionaría; pero no he hecho más que empeorarlo.
- No es culpa tuya, Berta. Es culpa del imbécil de Ángel-miró con una mirada furiosa a Ángel-. Dani y yo hemos intentado que hablase con Patricia, pero no hace ni puñetero caso.
- Cálmate, Miki. Voy al baño con Patricia. A ver si consigo secarle algo las lágrimas...
Entonces Berta se dirigió al baño y se cruzó con Dani. Miki hizo un gesto a él para que se acercase, y Dani obedeció. <<Qué habrá hecho ahora el imbécil>>, pensó Dani, sabiendo que Miki quería hablarle de la situación que había entre Ángel y Patricia.
- ¿Qué ha hecho ahora?-preguntó Dani.
- No hablar con Patri-contestó Miki-. Berta había convencido a Patricia, y había ido a la mesa de Ángel, pero claro, él es idiota, y no ha querido hablar con ella, y ha conseguido que ahora Patri esté llorando en el baño.
- ¡Pero será...!-Dani calló unos segundos-. Ya no podemos hacer nada, ¿no?
Miki negó con la cabeza. Los dos se fueron a sus sitios, enfadados por Ángel y entristecidos porque Patricia estaba sufriendo mucho.
Durante toda la semana Patricia había intentado hablar con Ángel, pero él seguía evitándola, y ella no comprendía por qué lo hacía. Todos los días volvía a casa llorando por su corazón roto. <<¿Cómo he podido ser tan ingenua?>>, se decía Patricia entre lágrimas, <<Ángel no me quiere, de eso estoy segura. Y si me amó en algún momento, lo fastidié el domingo>>. Ni los consuelos de sus amigos la ayudaban.
Lo único que le alegraba es que a partir de esa semana los viernes Ángel no trabajaría. Haría su sección Alberto, que durante la publicidad hablaba con ella sobre el tema y la ayudaba. <<Es un buen amigo>>, pensaba Patricia. Siempre lo había sido, pero desde que supo que ella estaba enamorada de Ángel le ayudaba en todo lo posible.
Los demás también apoyaban a Patricia. Estaban siempre a su lado. <<No me merezco amigos como estos...>>, se decía. Estaba tan contenta de que estuviesen con ella Miki, Dani, Berta y Alberto. Además, ya había entablado una buena amistad con Cristina Pedroche, la nueva reportera, que se estrenó esa misma semana. Sin embargo, no le había contado nada a ella. <<Pero no dudo mucho que sea una amiga a la que confiar secretos como ese>>.
Cuando terminó el programa, Patricia se fue a su coche para volver a casa. Pero alguien la habló.
- Patricia...
Ella conocía esa voz perfectamente. ¿Por qué estaba allí? Se dio la vuelta y vio el rostro del hombre que tenía detrás.
- Quiero hablar contigo-dijo Ángel.
Patricia se acercó a él.
- Te escucho.

CAPÍTULO 14: Lo siento

- Verás, Patri, he sido un auténtico estúpido estos últimos días. No espero que me perdones. He sido un cerdo.
Ángel agachó la cabeza, avergonzado por lo que había hecho los últimos días. Patricia levantó la cabeza de él y le dio un beso en la mejilla.
- No te preocupes-dijo-. Te perdono de todas formas.
- Pero si no debes-dijo Ángel-. Me he portado fatal contigo. Tú querías hablarme, pero yo te evitaba. Sólo por lo que pasó el domingo...
- Lo del domingo está olvidado. Estábamos muy borrachos, y ya está. Tú sigues siendo mi amigo.
Ángel mostró una sonrisa, y Patricia le abrazó. Él notó su calor tan confortante, y Patricia disfrutaba con el tacto del cuerpo del hombre. Estuvieron abrazados mucho rato, y no querían separarse. Pero lo hicieron, y siguieron sonriendo dulcemente al otro.
- ¿Te acompaño a casa?-preguntó Ángel.
- Sí, gracias-dijo Patricia-. Pero no está tu coche.
- He venido andando.
- ¿Has caminado tanto sólo para decirme que has sido un estúpido?
- Pues...sí-Ángel rió.
- Qué bonito por tu parte.
Patricia comenzó a caminar de repente. Por el asombro por lo que había dicho su amiga se había quedado inmóvil unos instantes, así que para alcanzar a Patricia tuvo que correr un poco. Patricia rió al ver a Ángel correr, y Ángel contestó con una risa pequeña. Ella agarró el brazo de Ángel y lo puso en su hombro, algo que también desconcertó a él. Pero no dijo nada; siguió caminando junto a Patricia, felices los dos por haber solucionado el problema.
Pero aún había algo que permanecía en la mente de los dos. El domingo bebieron mucho vino, tanto que quedaron muy ebrios y no se acordaron de lo que pasó al día siguiente. Sin embargo, algo recordaban. Algo que no entendían muy bien.
- Ángel, ¿puedo hacerte una pregunta?-fue la primera Patricia.
Él asintió. Curiosamente en ese mismo momento Ángel iba a hacerle una pregunta.
- Es sobre el domingo. Igual es que estaba muy borracha, pero es que...
<<El mismo tema...>>, pensó Ángel. Ya se temía la pregunta.
- Te oí decir que me quieres. Pero no como amiga; te oí decir que me amas.
<<He acertado>>, pensó. Un escalofrío corrió por su espalda.
- ¿Es cierto eso?-preguntó Patricia.
Estaba muy nervioso. ¿Qué debía contestar? No se atrevía a decir lo que sentía realmente, pero no le gustaba mentir a Patricia. Aun así, ¿qué era lo que sentía? Él creía que amaba a Patricia, pero también amaba a Emma. ¿Era posible estar enamorado de dos mujeres? Y si fuese posible, ¿a quién debía elegir? Por el momento no estaba totalmente seguro de si quería a Patricia, así que contestó:
- ¡No, por favor! ¿Cómo iba a ser eso? Estaba muy borracho; no sabía lo que decía.
- Pero dicen que los borrachos no mienten-dijo Patricia.
- ¿Y quién lo dice?
- Todo el mundo, Ángel.
Ángel se paró. La estrategia que había trazado no había funcionado. Entonces, como contestación, le dijo a Patricia:
- Tú también dijiste que me quieres.
- ¿De verdad?-dijo Patricia sorprendida. También se puso nerviosa, pero ella optó rápidamente por ocultar la verdad-. Pues entonces es mentira eso de que los borrachos no mienten. ¿Cómo te voy a amar?
- ¿Ves? Demasiado vino y ya está. Puedes quedarte más tranquila...
Patricia notó un aire de decepción en Ángel.
- Pero...¿estás seguro? No puede ser que tanta gente se equivoque...
- ¿Qué pasa? ¿Tú querías que te dijese que era cierto o qué?
- No, no, por favor...
Prosiguieron la marcha, con las cabezas bajas y en absoluto silencio, metidos en su mentes y sin salir de ellas ni una sola vez. En el fondo de su corazón se sentían muy decepcionados. Hubiesen deseado oír algo distinto, pero tuvieron que conformarse con un "no" como respuesta del otro.
Lo único que sabían era una cosa:
Ángel había dicho la verdad cuando estuvo ebrio.
Patricia también lo hizo.
Pero lo que no sabían ninguno de los dos es que el otro también había sido sincero respecto a sus sentimientos.
Los borrachos siempre dicen la verdad; pero ellos no sabían eso

CAPÍTULO 15:

A la mañana siguiente, el sonido del móvil despertó a Ángel. Cogió el móvil con los ojos cerrados, aún con sueño y sin acertar intentando alcanzar el teléfono.
- ¿Sí?-dijo somnoliento.
- Hola, cariño-oyó Ángel. "Emma..."
- Oh, hola, mi vida. Perdona, es que estaba dormido...
- No pasa nada. La que tiene que pedir perdón soy yo por despertarte, ¿no?
- No tienes que hacerlo-Ángel se frotó los ojos para despertarse completamente-. Bueno, ¿querías decirme algo?
- Sí, sí, que se me olvidaba-Emma rió. A Ángel le encantaba su risa. Era tan preciosa y tan alegre...Todo en ella era precioso-. Te quería decir que no me esperes en el aeropuerto el miércoles.
- ¿Por qué? No se habrá retrasado el trabajo...-se entristeció.
- No, qué va. Todo lo contrario: lo he heco todo muy deprisa, tanto que podrás verme mañana mismo.
- ¿En serio? ¿De verdad? ¡Eso es genial!
- Sí, si que lo es. Te echo tanto de menos...
- Y yo a ti, Emma. Muchísimo.
- Entonces nos veremos mañana a las diez en Barajas, ¿no?
- Está bien, a las diez. Adiós, mi vida.
- Hasta mañana, cariño.
Ángel colgó el teléfono. Su rostro se había iluminado cuando oyó que el domingo iba a volver Emma. Tenía ganas de verla, de abrazarla, de sentir su calor y dar el suyo a ella, de besarla como nunca lo había hecho...Tenía ganas de Emmanuela. Pero de pronto se dio cuenta de una cosa; sentía lo mismo por Patricia que por Emma. La confusión le invadió otra vez. Quería ver a su novia, ¿pero no empeoraría las cosas? No estaba totalmente seguro de a quién elegir. Dudas, sólo tenía dudas.
Sólo se ocurrió una cosa, pero se sentía estúpido por pensar eso a la par que incapaz de hacerlo. "No puedo hacer eso, no puedo...", pensaba. "¿Cómo se me ha ocurrido? No me atrevo. ¿Qué pasaría si lo hago? No debo, no debo...". Mientras se preparaba para el nuevo día, duchándose, vistiéndose y desayundando, no dejaba de pensar si debía hacerlo o no. Cuando hubo terminado, miró su reloj. Las once de la mañana. "¿Lo hago o no", volvió a pensar. Dio unas cuantas vueltas por la casa.
"¿Pero qué soy? ¿Un hombre o un gallina?", se dijo. "¡Debo hacerlo!". Decidido, cogió su móvil y comenzó a marcar un número. Cinco, seis, siete...ocho número ya marcados. Sólo le faltaba uno. Rozaba el teclado nervioso. "Lo voy a hacer", dijo Ángel. Se armó de valor, marcó el último dígito que le faltaba y pulsó el número de la llamada, y los tonos comenzaron a sonar. No tuvo que esperar mucho para que la persona a la que había llamado cogiese el teléfono.
- Hola, Ángel-dijeron al otro lado del móvil.
- Tengo que decirte una cosa...-dijo Ángel.
- Sí, dime. ¿Qué pasa?
Al hombre le temblaba todo por los nervios, pero lo iba a hacer. Estaba seguro, confiado. Entonces por fin habló:
- Sólo te llamaba para decirte que te quiero.
- ¿Qué?-preguntó Patricia sin comprender.
- Sólo te llamaba para decirte lo mucho que me importas...Sólo te llamaba para decirte que te quiero, y lo digo desde el fondo de mi corazón.
- Ángel...¿Por qué has dicho la letra de la canción de Stevie Wonder?-preguntó ella.
- No sólo he dicho la letra de la canción de Stevie Wonder; te he dicho lo que siento por ti. Patricia...Te quiero.
- No...No te creo...
- Créetelo. Te quiero.
- Pero tú tienes novia...Quieres a Emma...
- Sí, pero también te quiero a ti. Te quise desde el primer día que te vi, pero sabía que tú no me querías, yha que estabas con Dani Martín. Entonces encontré a Emma, y soy muy feliz con ella. Pero lo que una vez te quise y olvidé, lo recuperé la noche de la fiesta de Pilar.
- Cuando bailamos juntos "I Just Called To Say I Love You"...
- Sí, esa noche te comencé a ver con los ojos con los que te veía tiempo atrás. Era un baile entre amigos, pero cada vez se convertía en un baile más especial para mí. Y cuando casi nos besamos...fue un error, lo sé. Pero quise hacerlo. Quería besar esos labios que deseé tanto, y vuelvo a desear.
Patricia estaba patidifusa. ¡Ángel quería a ella! Sonrió. Esa noticia le había alegrado el día, pero no le cuadraba que quisiese también al mismo tiempo a Emma. No entendía muy bien eso. Ángel continuó, y ella se limitaba a escucharle:
- Verás, te digo esto porque resulta que Emma va a volver mañana, y necesito una respuesta lo antes posible; sé que ayer me dijiste que no, pero...¿Tú me quieres?
Patricia mudó por la sorpresa. La respuesta la tenía muy clara; era "Sí". Pero si decía la verdad, fastidiaría la relación de Ángel con Emma, y no quería estropear algo que a su amigo le encantaba. Ante todo era la amistad.
- Por favor, Patricia, necesito una respuesta...-dijo Ángel.
- Lo sé...-dijo ella-. Necesito tiempo, ¿vale?
- Está bien, lo comprendo. Te llamará por la tarde. Supongo que a esa hora lo tendrás claro.
- Sí, sí, tranquilo. Es que no sé, me ha venido así, por sorpresa...
- No pasa nada. Hasta luego entonces.
- Hasta luego...
Ambos colgaron los teléfonos. Patricia se sentó en el sofá de su salón, pensando. La sorpresa había sido demasiado grande para ella. Necesitaba meditarlo, pues no tenía claro si debía decir "sí" o "no". ¿Qué debía hacer? Amaba a Ángel, ¿pero decir que ella también era lo correcto, o lo era callar la verdad? Ese día la mujer no salió de casa.

A las siete a Patricia le llegó la llamada que había estado esperando. Dudaba un poco sobre lo que debía contestar a la gran pregunta, pero aun así cogió el teléfono a Ángel.
- ¿Lo tienes claro?-dijo primero él.
- Sí...-dijo Patricia.
- ¿Y bien? ¿Qué respondes?
Patricia calló unos instantes para pensarlo más, pero poco después Patricia contestó:
- Ángel...Mi respuesta es...

¿Qué dirá? ¿Qué dirá? Oins..... ¡Menudo suspense!

CAPÍTULO 16
- Ángel...Mi respuesta es no.
El hombre enmudeció. Había sido como una puñalada en el corazón. Patricia notó lo que sentía en ese momento Ángel al percibir el silencio sepulcral que reinaba en el ambiente. "Me duele más a mí que a ti, te lo aseguro", pensaba ella. Una lágrima corrió por su mejilla.
- Osea, me he declarado como un idiota-dijo al fin Ángel.
- No, no eres idiota-dijo Patricia.
- ¡Sí que lo soy! Cuando pensaba si debía decírtelo no caí que si me decías que no quedaría como un estúpido...
- Ángel, escúchame. No eres estúpido. Eres un gran amigo, y tu sinceridad hace que pueda confiar en ti. ¿Que me quieres? No pasa nada. Me lo tomo bien. Seguiremos nuestra amistad, y algún día te darás cuenta de que la mujer de tu vida no soy yo, y me olvidarás-esas palabras le hicieron daño a sí misma.
- Quizás tengas razón...Lo siento de veras. Pero no sé, no sé qué pasó...
- No debes sentirlo. Quizás la que lo tiene que sentir deba ser yo, por haberte confundido. Pero seguro que mañana, cuando vuelvas a ver a Emma, todo cambie.
- Eso es lo que espero. Me siento muy confuso con todo esto...En fin, entonces nos veremos el lunes, ¿no?
- Sí, claro. Buenas noches, Ángel.
- Buenas noches, Patricia.
Ambos colgaron sus teléfonos. Ángel se tumbó en el sofá. Pensaba que si formulaba esa pregunta y ella respondía se iba a quitar un peso de encima. Sin embargo, estaba dolido por la respuesta de Patricia. La amaba, pero amaba a Emma también. Antes de aquello se había esperado que si decía que no estaría más aliviado, menos confuso. Pero no había solucionado nada; sólo había servido para dañar su corazón.
Patricia no estaba mucho mejor. Se había arrepentido de hacerle negado la verdad. Pero sabía que era lo mejor para los dos. Lo hubiera estropeado todo de haber confesado que amaba a Ángel. Destrozaría a Emma para toda la vida, y estaba totalmente segura que tarde o temprano haría lo mismo con él, y Ángel no tendría a nadie para curar su corazón, tan sólo la soledad. Y eso era lo último que quería que sucediese.
"Así en vez de dos corazones rotos, sería uno", pensaba ella. "Sería el mío...". No pudo hacer nada por evitar que llorase.

Llegó el domingo, el día que Emma volvía a Madrid tras un largo viaje desde Roma. Ángel estuvo listo a las nueve y media, y poco más tarde de las diez estuvo en Barajas. Emma le esperaba con la maleta en su mano y su amigo, que le acompañó en el viaje, a su lado. Sonreía, y cuando Ángel estuvo a una determinada distancia ella no pudo esperar a que él estuviese en su punto; corrió hacia él y se lanzó a abrazarle estrechamente y a comerle a besos.
- Veo que no me has echado mucho de menos...-bromeó Ángel.
- Tan gracioso como siempre-dijo Emma.
- ¿Qué tal ha estado Roma?
- Es preciosa. Se merecía ser fotografiada, desde luego. Deberíamos volver tú y yo. Es tan romántica...
- Vamos, Emma, que ya podréis ser pastelosos y tiernos en casa-dijo el amigo.
- Oh, lo siento, Jesús-rió ella.
- No pasa nada. Mientras que me dejes en casa, Ángel, me basta.
- Por supuesto-dijo Ángel-. Venga, que el coche está ahí mismo.
Salieron de la terminal y se dirigieron al coche de Ángel. Él se puso como piloto, al lado se colocó Jesús, ya que él se bajaba antes del coche, y Emma se puso detrás. Estuvieron todo el trayecto de Barajas a la casa de Jesús charlando sobre el viaje de Roma. Cuando dejaron a Jesús en su casa y se despidieron, Emma se puso en el asiento del copiloto y comenzó otra conversación:
- Bueno, ¿y aquí qué tal?
- Nada interesante, como siempre.
- ¿Seguro? ¿Ningún programa especial ni nada?
- Bueno, la semana que te fuiste, el sábado, montamos una fiesta para Pilar.
- Ah, sí, que ha dejado el programa...¿Y te lo pasaste bien?
En ese momento la imagen que le vino a la cabeza a Ángel fue el baile de Patricia y él.
- Sí...Muy bien-dijo él.
- ¿Y qué tal la nueva reportera? ¿Cómo se llama? ¿Carolina?
- No, no. Cristina. Es muy maja y muy buena chica.
- No tendré que ponerme celosa, ¿no?-bromeó ella.
- Tranquila, que no va a pasar nada. Sólo te quiero a ti, amor.
"Espero que no debas ponerte celosa", pensó él. "Aún no sé si me ha dejado de gustar Patricia...".
Llegaron a su casa y Emma dejó sus cosas en la habitación. Cuando volvió al salón, Ángel le enseñó unas tarjetas.
- ¿Son...entradas de cine?-preguntó Emma.
- Sí. He pensado ir a Kinépolis. No he ido nunca, pero como allí hacen las presentaciones de películas y los preestrenos...
- Te aseguro que está muy bien. Alguna vez he ido, y las pelis se ven estupendamente. La pantalla es gigante, las salas también...Todo allí es gigante-rió.
- Entonces he acertado. Allí podríamos comer algo antes de entrar a ver la película, y después he reservado mesa en un restaurante del centro muy romántico para cenar allí. Todo por ti.
- Oh, eres un sol, Ángel-le besó en la mejilla, y él se sonrojó-. No tenías que haberte molestado.
- Sí debía hacerlo. Hace mucho tiempo que no disfruto de ti. Y quiero aprovechar cada momento.
- Muchas gracias, cariño.
Aquel día fue como se había planeado; una comida en un restaurante cercano al cine, una película y tras esto una cena romántica en un italiano lujoso del centro de Madrid.
Cuando volvieron a casa, ella le besó apasionadamente y le acarició la mejilla. Puso su dedo índice en el pecho de Ángel y se fue alejando para dirigirse a la habitación, en actitud juguetona. Ángel pilló la indirecta, y aquella noche la aprovecharon para estar juntos, disfrutar del otro, de su cuerpo y de su calor, desatando sus pasiones y su amor tras un largo tiempo separados.
Lo que Ángel no sabía es que a partir de ese día todo iba a cambiar drásticamente.

Hoy un capítulo especial. Con cameo y todo ;D

CAPÍTULO 17

Pasaban los días y Ángel miraba a Emma con otros ojos. Antes cuando la contemplaba era como si estuviese viendo a una diosa, un ser divino tan perfectamente bello que no podía creer que él estuviese viviendo con ella. La admiraba como si fuese la última vez que la viese y quisiese conservar en su memoria la hermosura de su silueta, la brillante cascada rubia que era su cabello y los ojos refulgentes que le hipnotizaban.
Pero ya no era igual.
Gradualmente perdía el sentimiento que tenía hacia Emma. Pasaba de ser la mujer perfecta a ser una bella mujer y después una chica guapa, hasta que llegó a perder por completo el amor por ella. Ángel ya no la amaba; abrazaba su cuerpo y no sentía nada, besaba sus labios y no había esa chispa que había antes.
Ángel no comprendía cómo si antes estaba locamente enamorado de esa mujer había dejado en unos meses. No había cambiado nada. ¿Por qué entonces sucedió?
Sin embargo, el proceso, de forma invertida, ocurría con otra mujer. No había día que no se quedase embobado con ella, mirándola y analizando cada detalle de su anatomía; su rostro hermoso, su larga cabellera rubia, su elegante figura, sus piernas esbeltas...Y sus labios, esos dulces y carnosos labios rojos que le hacía enloquecer...
En la mente de Ángel sólo sonaba un nombre: Patricia.
Ésa era la mujer de su vida, y eso lo tenía claro. Ángel deseaba acariciar su cabello y sus sonrosadas mejillas, abrazarla fuertemente, como si se le fuese a escapar, y unir sus cuerpos en un apasionado beso. Ese era el sueño que tenía. Todas las noches soñaba aquello, y ansiaba con todas sus fuerzas que aquello no fuese solamente fruto de su imaginación. Pero había un grave problema que se interponía en sus ensoñaciones: Emma.
¿Qué iba a hacer? ¿Contarle toda la verdad? Puede que hubiese dejado de amarla, pero seguía siendo una mujer a la que apreciaba, y no quería herirla. ¿Qué debía hacer? Las dudas eran dueñas de Ángel.

Ya habían pasado cuatro meses de aquel día que Emma volvió de Roma. El tiempo que tuvo Ángel para descubrir que ya no la quería, sino que había otra mujer en su corazón.
Una tarde de sábado Ángel estuvo meditando sobre lo que debía hacer. Estaba tumbado en su cama, pensativo, con la mirada al techo. Visualizaba a Emma y a Patricia, y veía a Patricia sonriéndole con esta encantadora sonrisa que tanto le gustaba a Ángel. No quería dejarla escapar. Y por ello decició que, cuando volviese Emma a casa, le iba a contar toda la verdad. No se esperaba que lo comprendiese. De hecho, sabía que iba a salir malparada su mejilla en todo eso, pero le daba igual; Emma debía saberlo.
Pero quedaba mucho rato para que Emma volviese, así que se dedicó a ver la televisión para ver si podría sacar material para el programa. Después, al ver que no había nada interesante, pensó que sería buena idea dar un pequeño paseo para coger aire fresco. Así le relajaría para el momento que esperaba cuando llegase Emma.
Se entretuvo observando a las personas que paseaban en el parque que había junto a su casa. Se había acomodado en un banco que estaba estratégicamente colocado para ser un punto perfecto para mirar a los paseantes. A Ángel le gustaba imaginar lo que pensaba cada uno, y si veía a lo lejos a alguien charlando con otro u otros, se divertía imaginándose las conversaciones que tenían, todo ello con su toque de humor. Aquella tarde se dio cuenta de lo que hacía realmente, imitaba a Miki y a Mónica cuando doblaban los vídeos, y sin darse cuenta dijo en voz alta:
- Estoy demasiado tiempo con Miki...
Por suerte nadie le había oído. Nadie...Excepto un joven de unos 25 años que había percibido su voz, y entonces se le acercó rápidamente, con el rostro expresando sorpresa.
- ¡Es usted Ángel Martín!-exclamó el joven.
- Sí, el mismo que viste y calza-contestó Ángel de buen humor.
- ¡Oh, vaya! Es que verá, soy un gran admirador suyo. Me encantan sus monólogos, y le sigo desde que colaboraba en la Noche con Fuentes y Cía.. Además, soy un fiel seguidor de Sé Lo Que Hicisteis...
- Vaya, no sabía que podía gustar tanto a alguien. Se nota que eres un gran fan mío-el joven sonrió mientras se sonrojaba. Ángel comenzó a rebuscar en sus bolsillos-. Qué pena. Me pillas sin papel ni nada. Me has caído bien, y quería firmarte un autógrafo.
- No, no se moleste, hombre. Seguramente esté esperando a alguien, ¿cierto?
- La verdad es que no. Sólo quería respirar aire fresco...¿Cómo te llamas?
- Aitor-el chico buscó algo en su bolsillo y sacó su móvil. Ángel sabía la razón por la que había sacado el teléfono-. Esto...¿Le importaría hacerse una foto conmigo? Si no es molestia...
- ¡No, qué va! Yo encantado, Aitor.
Aitor se puso al lado de Ángel, colocando su teléfono de tal forma que enfocase sus caras. Ángel puso su brazo en el hombro de Aitor y sonrió a la cámara. El sonido del móvil al capturar la foto sonó, y Aitor se guardó el móvil.
- Muchas gracias-dijo, lleno de alegría
- Ya que tienes el móvil, ¿qué hora es?-Aitor miró la pantalla de su móvil.
- Las siete y media.
- Vaya, me tengo que ir ahora mismo.
- No se preocupe. ¡Que tenga una buena tarde!
- ¡Lo mismo digo, Aitor!-contestó Ángel mientras comenzaba a correr dirección a su casa.
¡Emma! Estaba apunto de llegar a casa, y debía ir enseguida. Corrió a gran velocidad hasta llegar a la esquina donde estaba el portal de su casa, con la sorpresa de encontrar a Emma. Pero no estaba sola.
Ángel se escondió al ver que le acompañaba un hombre. Le había reconocido. Era Jesús, el amigo de Emma. Ella no le había dicho nada de ir con Jesús, y eso le extrañaba. Aun así no le importaba. Eran amigos al fin y al cabo, ¿no?
Pero entonces Ángel se quedó con los ojos como platos. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Estaba pasando? ¿Era real lo que estaba viendo? No podía salir de su asombro, y de su enfado. Ángel, apretando fuertemente la mano, dijo:
- ¿Se puede saber por qué cojones os estáis besando vosotros dos?

O_O sigue por favor

Por fin encuentro tiempo para subir el fic. Siento la tardanza =(

CAPÍTULO 18

Al oír la voz de Ángel, Emma y Jesús se separaron en un sobresalto. Observaron que Ángel ardía en rabia y que su puño lo delataba. Pero Ángel pasó de estar totalmente furioso a tornar su rostro triste y abatido. Cabibajo, se fue hacia el portal y comenzó a subir las escaleras.
- Ángel...-susurró Emma-...Tengo que hablar con él-le dijo entonces a Jesús.
Jesús asintió. Lo comprendía. Emma corrió hacia el portal y siguió a Ángel. Cuando le encontró, ya estaba en el sofá, sentado con un rostro melancólico. Emma se sentó junto a él, pero Ángel se sentó dándole la espalda. Ella le puso la mano en su hombro, que Ángel reaccionó a esto alejándose más de ella. No se daba cuenta, pero Ángel estaba haciendo daño a Emma en ese momento. Mucho daño.
- Ángel, lo siento-dijo-. Lo siento mucho...
- ¿Por qué lo has hecho?-preguntó Ángel, sin dejar de dar la espalda a ella.
- Es difícil de explicar...Yo te amaba. Muchísimo. Pero no sé, las semanas en Roma con Jesús fueron maravillosas, y florecieron unos sentimientos nuevos hacia él...
- Entonces todo comenzó en Roma...-dijo Ángel, cada vez más triste.
- Sí, y lo siento mucho, de verdad.
- ¿Y por qué me saludaste de forma tan efusiva cuando volvísteis en vez de decirme la verdad?
- Me sentía mal, y no quería herirte. Fingí por no hacerte sufrir-Emma calló unos instantes-. Además, comprende que yo no sería capaz de decirte la verdad. Estaría loca si lo hiciese.
- Yo lo hubiese entendido...
- Eso lo dices ahora. Seguro que no lo harías en su momento. Después de haber preparado una bienvenida tan romántica como aquella...
- Fue improvisada.
Emma se quedó con los ojos como platos.
- No puede ser eso...
- Pues puede ser, Emma-dijo Ángel-. Verás, te digo que lo hubiese comprendido si me lo hubieses contado porque...yo ya me lo imaginaba.
- ¿S-sí?-tartamudeó ella.
- Sí-Ángel se giró y miró a los ojos de Emma-. De todas formas, yo tengo que decirte algo.
Emma asintió, queriendo decir que comenzase. Ángel cogió una bocanada de aire y suspiró. Estaba listo.
- En tu ausencia te eché de menos, pero hubo alguien que estuvo siempre a mi lado. Tanto que comenzé a sentir algo por ella. Algo muy fuerte e intenso. Se llamaba amor. Pero, sin embargo, seguía amándote a ti. Así que lo que hice fue llamar a esa persona para contarle la verdad y me respondiese si ella sentía lo mismo, todo para aclarar mis dudas-Emma, atónita, no apartaba su atención a las palabras de Ángel-. Me dijo que no, e hizo que entre tú y ella, eligiese a ti-Emma sonrió-. Cuando llegaste de Roma y me recibiste de esa forma, pensé que había elegido bien, que me había equivocado en lo que pudiera pasar entre tú y Jesús...
- Y te equivocaste-susurró Emma.
- Lo sé. Aun así, pasaban los meses y...Bueno, dejé de amarte y no ceso de pensar solamente en la otra persona.
El rostro de la mujer se volvió triste. Aunque ella quería a Jesús, le dolió que su anterior amor dejase de amarla como antes lo había hecho. Ángel lo notó, y vio una pequeña lágrima que comenzaba su carrera por la mejilla de Emma, pero este la secó con su dedo.
- No llores; ahora tienes un hombre maravilloso, y no un capullo como yo que ha dejado de amarte. ¿Podrás perdonarme?
Emma asintió, y entonces dijo:
- Sólo quiero saber una cosa: ¿quién es esa otra persona?
- ¿Seguro que lo quieres saber?
- Estoy lista.
- Está bien-Ángel miró hacia abajo y contestó:- Patricia.
En ese momento Ángel se hubiera esperado muchas cosas; que Emma se enfadase con él y le diese una bofetafa en la cara era una de ellas; la otra posibilidad es que se fuese llorando tras un portazo. Muchas posibilidades rondaban por su cabeza. Todas, menos la que fue realmente:
- Menos mal-dijo Emma.
Ángel no dio crédito a lo que había escuchado. ¿Un "menos mal"? ¿Ni bofetada ni llanto?
- ¿Qué?-sólo fue lo que fue capaz de decir Ángel tras la sorpresa.
- Verás, de toda las chicas que podían ser tu nuevo amor, Patricia es la que prefiero-se explicó-. Y además, al igual que tú te esperabas lo de Jesús y yo, yo me esperaba lo de Patricia y tú.
- ¿Por qué?
- Simple; me confesaste que amaste a Patricia. Que la amaste muchísimo, que soñabas con ella todas las noches y no podías dejar de pensar en ella, y que te hacía sonreír estar siempre a su lado; ese tipo de amores no se olvidan nunca.
- Pero, si yo te quería muchísimo también...
- Pero no tanto, Ángel-él sabía que Emma tenía razón en el fondo-. ¿Y sabes qué? Has tardado mucho en volver a enamorarte de ella. ¿Fue cuando estuve en Roma?
- Sí...
- Ah, pues cuéntame cómo fue-dijo con una sonrisa.
Ángel estaba totalmente asombrado por lo bien que se lo había tomado todo. Le sorprendía que en ese momento le estuviese contando cómo se volvió a enamorar de Patricia como si fuesen íntimos amigos. Aun así, le reconfortaba. Le encantaba que fuese posible una gran amistad con Emma tras lo sucedido. Contó todo: cuando se encerraron en el plató, el beso en la mejilla, el baile desencadenante de todo...No faltó ni un sólo detalle.
Emma, entonces, abrazó a Ángel estrechamente y le dijo:
- Ve a por ella.
- ¿Estás segura?
- Totalmente. No puedes dejarla escapar.
- Pero no me quiere...
- Te recuerdo que al principio eras el vecino que más aborrecí en mi vida. Y mira lo que pasó.
- Es verdad-Ángel sonrió y le dio un beso en la mejilla-. Gracias, Emma.
Ella también sonrió. De pronto llamaron a la puerta y se oyó la voz de Jesús al otro lado:
- ¿Todo va bien?
- ¡Sí, pasa! La puerta está abierta-dijo Ángel.
Jesús entró con mucho cuidado y se dirigió al sofá asustado. Ángel se levantó con la mano abierta, algo que hizo que Jesús se asustase aún más, pero le sorprendió que la mano diese un toque en su espalda en vez de un buen golpe en la cara.
- Alégrate, porque te lleva a una gran mujer-dijo Ángel sonriente.
- Entonces...¿No estás enfadado?-preguntó Jesús sorprendido. Ángel contestó moviendo la cabeza de izquierda a derecha, sin dejar de sonreír, y Jesús se sintió aliviado.
- Él ya tiene una chica a la que conquistar-dijo Emma-. Y yo le voy a ayudar.
- Sois amigos entonces...
- Sí, claro-dijeron Emma y Ángel al unísono.
- Voy a comenzar a meter algunas cosas mías en cajas-dijo Emma.
- Claro-dijo Ángel-. Cuando quieras terminas.
Emma sonrió una vez más y besó a Jesús en los labios. Después se fue a la habitación de Ángel para coger sus cosas mientras Jesús le esperaba junto a Ángel, charlando con él sobre lo sucedido mientras no estaba.
Aquella noche alegró mucho a Ángel, y le llenó de energía para ir a Globomedia el día siguiente, plantarse frente a Patricia y decirle que esta vez era definitivo: la amaba, con toda su alma la amaba, y no dejaría de hacerlo.

Es lo único que puedo decir tras leer este capi.

Jaja, gracias, Aitor ^^ (¿gracias? :S xD)

Tengo malas noticias: me han castigado 2 meses sin ordenador (no entremos en detalles...). Así que voy a estar muuuy ausente, y, por supuesto, no voy a poder subir caps hasta dentro de 2 meses. Lo siento